lunes, 26 de marzo de 2012

Mensaje de la Virgen en Medjugorje

Mensaje del 25 de Marzo de 2012

“Queridos hijos: También hoy con alegría deseo daros mi bendición maternal e invitaros a la oración. Que la oración se convierta en necesidad para vosotros, para que cada día crezcáis más en santidad. Trabajad más en vuestra conversión, porque estáis lejos, hijos míos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

domingo, 4 de marzo de 2012

MENSAJE DE LA VIRGEN EN MEDJUGORJE

Mensaje del 2 de Marzo de 2012
“Queridos hijos: por el inmenso amor de Dios yo vengo entre vosotros y con perseverancia os invito a los brazos de mi Hijo. Os pido con el Corazón materno, hijos míos, pero también os advierto, que en el primer lugar esté la preocupación por aquellos que no han conocido a Mi Hijo. No permitáis que ellos mirándoos a vosotros, y vuestra vida, no quieran conocerlo. Orad al Espíritu Santo para que Mi Hijo esté impreso en vosotros. Orad para que podáis ser apóstoles de la luz de Dios en este tiempo de tiniebla y de desesperación. Este es el tiempo de vuestra prueba. Con el Rosario en la mano, y el amor en el corazón, venid conmigo. Yo os conduzco a la Pascua en Mi Hijo. Orad por aquellos que Mi Hijo ha elegido: para que puedan vivir siempre según Él y en Él―el Sumo Sacerdote. ¡Os doy las gracias

CONOCER A JESÚS - PARTE VII

Cuando se conoce aunque sea mínimamente, la Vida y Milagros de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, durante su estancia en la tierra, se percibe, Su bondad, Su humildad, Su entrega incondicional a los demás, Su sensibilidad ante las necesidades, limitaciones y debilidades de los que le rodean o se acercan a pedir Su ayuda.

Ayuda que nunca niega; y no sólo no niega Su ayuda, sino que la multiplica, facultando a Sus discípulos, para que a la vez que predican la Buena Nueva y el Reino de los Cielos, además de buscar la salvación de las almas, les procuren también, la curación de sus cuerpos.

¡Cuánta Ternura, Compasión y Misericordia de Nuestro Dios!, nada que ver con ese dios castigador, vengativo, incomprensible, lejano y furioso, al que hay que  temer. ¡Que equivocados están!, los que piensan eso…; es evidente que no Te conocen…; ni reconocen como Tuyas, ¡oh Dios!, todas las gracias, dones y cualidades que les concedes…

Jesús una vez restablecida Su completa Divinidad, después de la Ascensión al Cielo; sigue necesitando, culminar plenamente el Plan de Salvación de todas las almas, desea Ser acogido en los corazones de todos sin excepción.

Santa Faustina en su diario escribe: Durante las vísperas oí estas palabras: Hija Mía, deseo descansar en tu corazón, ya que muchas almas Me han arrojado hoy de su corazón, he experimentado una tristeza mortal. Traté de consolar al Señor ofreciéndole mil veces mi amor, sentí en el alma la repugnancia por el pecado. (D. 866)

¡Que afortunados somos de tener un Dios así, y que poco se Le valora!, desea descansar en nuestro corazón, necesita sentir nuestro cariño, nuestro amor, nuestra necesidad de estar con Él, para que pueda manifestarse en nosotros.

Ante la tristeza mortal que siente cuando es rechazado, por un alma que Le arroja de su corazón; en lugar de enojarse, de enfurecerse, de sentir rabia o rencor; necesita urgentemente rellenar y compensar esa ausencia cariño y amor que Le han arrebatado; alojándose en otro corazón que desee acogerle.

Pero, ¿porqué desea Jesús permanecer en un alma imperfecta por naturaleza, y con un corazón, limitado en su capacidad de amar?

La respuesta la tenemos en el diario de Santa Faustina: Deseo darme a las almas y llenarlas de Mi amor, pero son pocas las almas que quieran aceptar todas las gracias que Mi amor les ha destinado. Mi gracia no se pierde; si el alma para la cual está destinada no la acepta, la recibe otra alma. (D. 1017)

jueves, 1 de marzo de 2012

CONOCER A JESÚS - PARTE VI

El tercer atributo es una fusión entre Humildad y Fidelidad. La humildad que se manifiesta claramente desde un principio, en la Encarnación.

Dios Padre, no impone el Nacimiento de Su Hijo a ninguna mujer; no, manda un Ángel a la joven María, para que le anuncie el plan que Dios previamente ha establecido; aclara las dudas que asaltan a María, ante semejante anuncio; y espera una respuesta. Sólo cuando María responde: “Hágase en mí según tu palabra, he aquí la esclava del Señor”; se inicia el plan de salvación que Dios tenía preparado para nosotros.

¡Que Inconmensurable Majestad, del Único y Verdadero Dios!, Nuestro Padre Dios. Él, el Infinito, el Todopoderoso, el Creador de cuanto existe, desea que a través de una de Sus creaturas, Su Único Hijo comparta su Divinidad con nuestra naturaleza humana. Que gran comienzo de Su plan.

Humildad que rezuma en el momento del Nacimiento de Jesús; en un establo y como cuna, un pesebre.

Humildad que se percibe en el ocultamiento de Su Divinidad durante treinta años; llevando una vida sencilla y apartada.

Humildad en su primera aparición pública, cuando se acerca al Jordán, para que Juan le Bautice; no impone Su Divina Presencia, espera pacientemente su turno; una vez más Dios involucra a otra de Sus creaturas en su plan de salvación, en éste caso Juan, el que en una ocasión dijo: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no soy digno de desatar la correa de las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.

En su vida pública Jesús es la Humildad plena. Se dedica incansablemente a dar a conocer el Reino de Dios; a curar a los enfermos, a sanar a los paralíticos y tullidos, a liberar a sus hermanos marginados y rechazados por la sociedad judía por ser portadores de lepra, limpiándoles de la misma y devolviéndoles a la vida que habían perdido; sin apenas descansar, y descuidando incluso su alimentación, hasta el punto de que su familia y allegados, temieron que pudiera enfermar. Era incansable en Su Misión, e inagotable Su Humildad y Su Celo por los demás.

Cuando el Domingo de Ramos entra en Jerusalén, no se viste de gala, ni pide un brioso, espléndido y engalanado caballo, no; va con su ropa habitual y pide un simple pollino.

La multitud que le sigue y rodea, extiende sus mantos en el suelo por el que pasa, mientras cantan y vitorean; qué fácil le hubiera sido cambiar Su destino, enalteciendo a la multitud, proclamándose líder o rey y entrar triunfante en la ciudad.

Pero no; permanece callado, ensimismado, sabe muy bien lo que le espera.

 Humildemente lo acepta; acepta humildemente su prendimiento, en el Monte de los Olivos; acepta humildemente el juicio ante al Sanedrín; acepta humildemente su juicio ante Pilato, y acepta humildemente Su Dolorosa Pasión, Crucifixión y Muerte.

Humildad y Fidelidad, se fusionan en la vida pública de Jesús, es Manso y Humilde, en Su proceder; y Fiel al Plan de Dios, hasta el último halito de vida en la Cruz.

Fue firme e inquebrantable, ante las tentaciones de Satanás en el desierto; y en todas y cada una de las vicisitudes, que tuvo que vivir.

Él Mismo sintetizó en una sola frase, todo lo que someramente he detallado: <<Yo he venido a servir y no a ser servido>>.

Frase que no perdió su contenido, con la Muerte de Jesús; todo lo contrario, tomó su máxima fuerza de expresión y contenido, con Su Resurrección y Ascensión al Cielo. Porque desde allí sigue realizando la misma tarea de curación, liberación y salvación, para todos los que, con confianza se acercan a Él.