sábado, 28 de septiembre de 2013

+ MENSAJE DE LA VIRGEN EN MEDJUGORJE 25-09-13

 

“Queridos hijos, también hoy os invito a la oración. Que vuestra relación con la oración sea cotidiana. La oración hace milagros en vosotros y a través de vosotros, por eso, hijos míos, que la oración sea alegría para vosotros. Entonces, vuestra relación con la vida será más profunda y más abierta, y comprenderéis que la vida es un don para cada uno de vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

sábado, 14 de septiembre de 2013

Te invitamos a escuchar la conferencia de Sor Emmanuel Maillard en la catequesis de María, Reina de la Paz: "Medjugorje, don de Dios para el mundo", en la Parroquia de Santo Tomás Apóstol en A Coruña, calle la Torre, 67, el próximo lunes 16 de Septiembre.

Comenzará a las 18:00 horas con la exposición del Santísimo, Rezo del Santo Rosario, conferencia de Sor Emmanuel y Eucaristía.





jueves, 5 de septiembre de 2013

Nunca más la guerra”, llamamiento del Papa a la hora del ángelus

Llamamiento Papa Siria

(RV).- “Es el grito que expresa con fuerza – dijo el Papa en un amplio llamamiento por la paz en Siria –. Y añadió: “Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz”. “Queremos que en nuestra sociedad destrozada por divisiones y por conflictos, estalle la paz”. “Nunca más la guerra”, fue el grito del Papa Francisco.
“He decidido convocar para toda la Iglesia el próximo 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero”, dijo el Papa Francisco a la hora del ángelus dominical.
El Pontífice invitó a los hermanos cristianos no católicos así como a los pertenecientes a las demás religiones, a unirse a esta iniciativa según el modo que considerarán más oportuno. Y como él mismo explicó “el 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro, desde las 19.00 y hasta las 24.00, nos reuniremos en oración, en espíritu de penitencia, para invocar de Dios este gran don por la amada nación siria”. Porque como añadió el Papa Francisco, “la humanidad tienen necesidad de ver gestos de paz”.

El Pontífice condenó con particular firmeza el uso de las armas químicas. Y dijo que tiene aún en su mente y en su corazón imágenes terribles. Por eso añadió que está el juicio de Dios y de la historia por nuestras acciones, al que no se puede escapar…
Texto completo de la alocución del Papa antes de la plegaria a María:

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del grito que sube de todas partes de la tierra, de todo pueblo, del corazón de cada uno, de la única gran familia que es la humanidad, con angustia creciente: ¡es el grito de la paz! El grito que dice con fuerza: ¡queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, destrozada por divisiones y por conflictos, estalle la paz; nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que debe ser promovido y tutelado.

Vivo con particular sufrimiento y preocupación las tantas situaciones de conflicto que hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por los dramáticos desarrollos que se presentan.

Dirijo un fuerte llamamiento por la paz, ¡un llamamiento que nace de lo íntimo de mí mismo! ¡Cuánto sufrimiento, cuánta devastación, cuánto dolor ha traído y trae el uso de las armas en aquel martirizado país, especialmente entre la población civil e inerme! ¡Pensemos en cuantos niños no podrán ver la luz del futuro! Con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas: les digo que tengo aún fijas en la mente y en el corazón las imágenes terribles de los días pasados! ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones al que no se puede escapar! Jamás el uso de la violencia lleva a la paz. ¡Guerra llama guerra, violencia llama violencia!

Con toda mi fuerza, pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de su propia conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino que miren al otro como un hermano y emprendan con coraje y con decisión la vía del encuentro y de la negociación, superando la ciega contraposición. Con la misma fuerza exhorto también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo para promover, sin ulterior demora, iniciativas claras por la paz en esa nación, basadas en el diálogo y en la negociación, por el bien de la entera población siria.

Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a quien está afectado por este terrible conflicto, en particular a los evacuados en el país y a los numerosos prófugos en los países vecinos. Que a los agentes humanitarios, empeñados en aliviar los sufrimientos de la población, se les asegure la posibilidad de prestar la ayuda necesaria.

¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan: a todos nos corresponde la tarea de recomponer las relaciones de convivencia en la justicia y en el amor (Cfr. Carta encíclica, Pacem in terris [11 abril de 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).

¡Que una cadena de empeño por la paz una a todos los hombres y a las mujeres de buena voluntad! Es una invitación fuerte y urgente que dirijo a la entera Iglesia Católica, pero que extiendo a todos los cristianos de las demás Confesiones, a los hombres y mujeres de toda religión y también a aquellos hermanos y hermanas que no creen: la paz es un bien que supera toda barrera, porque es un bien de toda la humanidad.

Repito con voz alta: no es la cultura del enfrentamiento, la cultura del conflicto la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino la cultura del encuentro, la cultura del diálogo: éste es el único camino hacia la paz.

Que el grito de la paz se eleve alto para que llegue al corazón de todos y todos dejen las armas y se dejen guiar por el anhelo de paz.

Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar para toda la Iglesia el próximo 7 de septiembre, víspera de la fiesta de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio, y en el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, según el modo que considerarán más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los pertenecientes a las demás religiones y a los hombres de buena voluntad.

El 7 de septiembre, en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 y hasta las 24.00, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para invocar de Dios este gran don para la amada nación siria y para todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo.

¡La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de escuchar palabras de esperanza y de paz! Pido a todas las Iglesias particulares que, además de vivir este día de ayuno, organicen algún acto litúrgico según esta intención.

A María le pedimos que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor.

Ella es Madre: que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar también este momento difícil y a empeñarnos a construir cada día y en todo ambiente una auténtica cultura del encuentro y de la paz.

María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!

Todos: María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!
 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Nora, adicta y atea: «Descubrí que la fe da la fuerza para admitir que necesitas ayuda y cambiar»



Nora es una joven de Viena que publica su testimonio de conversión y superación cuando tiene 28 años. El vacío, los desórdenes alimenticios, el alcohol y luego las drogas le podrían haber llevado al suicidio, como a su ex-novio.
Lo que le salvó fue descubrir que creer en Dios no era “ser débil”, como pensaba, sino todo lo contrario: la fe era una fuerza para admitir los errores, la realidad, y poder empezar un cambio radical.

Anorexia y aislamiento

“Al comenzar mi adolescencia sentía un profundo vacío dentro de mí que se manifestaba en la anorexia”, explica Nora. “En poco tiempo me aislé de todo y de todos, no quería que me molesten, vivía en mi mundo, me pesaba ser prisionera de mi propio cuerpo. Me trataba a mí misma con dureza, pero en la relación con los demás me sentía frágil e insegura, pensaba que no era inteligente, bella o fuerte como mis coetáneos”.

Una familia rota

 Se fue alejando de su familia, que además sufría su propia crisis. Cuando ella tenía 18 años sus padres se divorciaron. Y ella no quería sentir dolor: quería ser, o al menos parecer, fuerte, dura.
“No quería sentir el dolor, las inseguridades, el miedo y todo el sentimiento de culpa”, recuerda. ¿Y cómo se combaten esos sentimientos en una cultura materialista? Con pastillas y sustancias.

“Comencé a tomar fármacos antidepresivos, calmantes, y caí en la oscuridad de las tinieblas. Gracias a Dios, mi padre y su compañera me vieron, me llevaron a su casa por un año y me ayudaron mucho. Al principio mi padre trató de ayudarme de distintas maneras, y aunque yo lo rechazaba, él siguió cerca”.

Trabajo y oración: el Cenáculo

 Finalmente, su padre decidió enviar a Nora a Italia, a la Comunidad del Cenáculo, una comunidad católica donde los jóvenes adictos viven juntos en una misma casa, realizan mucho trabajo físico y manual y mucha oración.
A cada recién llegado se le asigna un “ángel” o “acompañante”, que es un ex-adicto, alguien que ya ha pasado por el proceso, que se sabe todos los trucos del adicto, sus mentiras incesantes, dónde esconde la droga o el alcohol, sus justificaciones… y que no cede ante ellas.
Nora fue al Cenáculo muy en contra de su voluntad, con la sensación, simplemente, de que su padre quería alejarla de casa pero no tenía elección. No le gustaba tener que estar en otro país, tener que aprender italiano, tener que compartir el lugar con tantas chicas, y dejar sus adicciones. Pero su padre había sido claro al enviarla: “Si vuelves a casa, tu vida será un infierno”, le había dicho. “Sus palabras permanecieron dentro, me sacudieron”, señala la joven austriaca.
La vida en el Cenáculo era dura: mucho trabajo, mucha oración, nunca sola. Pero eso era liberador.



Comunidad y fe

“En poco tiempo, la forma de vida de la Comunidad, el quererse bien, encontrarse, estar atento a las necesidades del otro, me tocaron mucho y quería ser parte de esta familia”, explica.
Y más aún, había una fuerza poderosa que antes había despreciado y ahora le atraía: la fe.
Encontré la fe. Antes no la conocía porque era atea. En el pasado, para mí creer en Dios significaba ser débil, en cambio, descubrí que la fe es la fuerza que te permite decirte que eres débil y que necesitas ayuda“.
La fe era todo lo contrario que autoengañarse, todo lo contrario de lo que ofrece cualquier adicción con su escapismo: la fe permitía afrontar la realidad de cara.
“La primera vez que vi a las chicas que se levantaban de la mesa para decir con sinceridad, delante de todos, que habían cometido un error, como robar o hacer algo a escondidas, me quedé con la boca abierta: me latía fuerte el corazón por su coraje de sacar afuera la basura de la mentira y la falsedad. Yo nunca había sido capaz de afrontar un problema, de decir la verdad”, apunta Nora.
“Con seis meses de Comunidad le escribí a mi padre por primera vez diciéndole que había decidido quedarme, que quería elegir la vida. Después de un tiempo supe que mi padre había recibido mi carta justo el mismo día que mi ex novio se había suicidado. Para mí fue un golpe, pero al mismo tiempo me hizo entender cuánta libertad tenemos para elegir y como podría haber terminado mi vida”.

Poder hablar y abrir el corazón

 La sinceridad, el poder hablar y poder confiar, cambió a Nora y la llevaba a la generosidad: “Abrirme a las hermanas, pedirles su consejo, creer en su amistad generosa y hacer sacrificios con y para ellas, me sacaba de la pesadez de mi egoísmo”.
Y de fondo latía el poder del Misterio y la esperanza, tan distinto al falso control y la esclavitud del adicto.
“Me ayudó ver cuánta esperanza tenían las chicas gracias a la oración y me fascinaba el hecho de no poder entender solo con mi mente la grandeza de Dios. Me hizo mucho bien sentirme pequeña delante de Él y necesitada de su Misericordia. Cuando caía en mi negatividad, en la vergüenza de verme imperfecta, aprendí a buscarlo y a decirme la verdad delante de Él”.

Hoy ella ayuda a otras chicas

 La experiencia en la Comunidad del Cenáculo transformó a Nora y hoy es ella la que ayuda a otras chicas. “Estoy muy agradecida por haber encontrado a la Comunidad, agradecida a todas las personas que creían que yo cambiaría, especialmente a la chica que fue mi ángel custodio y que luchó junto a mí los primeros meses.Quiero agradecer mucho a las chicas con las que vivo porque me enseñan a amar más y a sonreír a la vida, don precioso que reencontré y que hoy deseo dar”.

Fuente: www.religionenlibertad.com

martes, 3 de septiembre de 2013


Mensaje del 2 de septiembre de 2013 en Medjugorje, Bosnia-Herzegovina

“¡Queridos hijos, los amo a todos! Todos ustedes, todos mis hijos, todos están en mi Corazón. Todos ustedes tienen mi amor maternal y deseo llevarlos a todos al conocimiento de la alegría de Dios. ¡Es por eso que los llamo! Necesito apóstoles humildes que, con un corazón abierto, acepten la Palabra de Dios y ayuden a los demás para que, con la Palabra de Dios, puedan comprender el sentido de sus vidas. Para hacer eso, hijos míos, deben aprender, por medio de la oración y del ayuno, a escuchar con el corazón y aprender a someterse. Deben aprender a apartar de ustedes todo lo que los aleja de la Palabra de Dios y solamente anhelar lo que los acerca. ¡No teman, yo estoy aquí, no están solos! Oro al Espíritu Santo para que los renueve y fortalezca. Oro al Espíritu Santo para que, mientras ayudan a los demás, también ustedes sean sanados. Le pido que mediante Él, sean hijos de Dios y apóstoles míos.”

Luego la Virgen dijo con gran preocupación:

“Por Jesús, por Mi Hijo, amen a aquellos que Él ha llamado, y anhelen sólo la bendición de esas manos que El consagró. ¡No permitan que el mal impere! Repito de nuevo: sólo con vuestros pastores mi Corazón triunfará. No permitan al mal que los separe de vuestros pastores. ¡Les agradezco!”