No seamos ni ingratos ni injustos con Dios.
Él dijo: << Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
>> Jesús con ésa frase quiso dejarnos un mensaje muy claro: “que no
confundamos ni mezclemos lo terreno con lo divino”; ambas realidades conviven
en nuestra existencia humana, pero debemos tener perfectamente definido a que
realidad corresponden las cosas que tenemos o conseguimos y los dones y gracias
que recibimos.
Las cosas terrenales pueden ser buenas o
malas, justas o injustas, agradables o desagradables, gratas o ingratas, pero
siempre son visibles, tangibles y perfectamente valorables.
Pero los dones y gracias que recibimos, fruto
del Amor, de la Bondad y de la Misericordia Divina, no son visibles, ni
tangibles, ni fáciles de valorar para el ser humano.
Simplemente los recibimos; pero como no
sabemos o “no queremos saber” o “reconocer” su procedencia, es más fácil
hacerlos nuestros, y autosatisfacernos y sentirnos incluso orgullosos, de las
virtudes y cualidades, que a los dones y gracias acompañan siempre, y damos por
supuesto que si los tenemos es porque los merecemos; por lo tanto a nada ni a
Nadie hay que agradecer “nada”.
En el apartado D. 1537, fechado el 27 1 1938.
Santa Faustina escribe: Hoy, durante la Hora Santa Jesús se quejó conmigo de la
ingratitud de las almas. A cambio de los
beneficios recibo ingratitud; a cambio del amor obtengo el olvido y la
indiferencia. Mi Corazón no puede soportarlo.
Aprendamos a diferenciar lo humano de lo
divino, y no seamos ingratos.
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