En esta hora decisiva e incierta en la vida de nuestra
nación, y también para la Iglesia y para el mundo, algunos sacerdotes, laicos,
familias y asociaciones eclesiales, hemos sentido la llamada de nuestra Madre
la Virgen a consagrarnos completamente al Corazón de su Hijo Jesús.
Sentimos vivamente la urgencia y el deseo de poner
nuestras vidas, familias y comunidades
en las que vivimos nuestra fe, bajo el cuidado solícito y la segura protección
del Corazón de Jesús.
Fiados de Su promesa, que no puede fallar: "venid a
mi todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré" (Mt 11,
25), y de aquella gozosa esperanza que alumbró a nuestro pueblo español cuando
prometió, por medio de su siervo fiel, el beato Bernardo de Hoyos, de la Compañía
de Jesús: "Reinaré en España con especial predilección", queremos
entregarle nuestras vidas, nuestras familias, y nuestras comunidades de fe,
para que Él reine sobre nosotros y todo lo nuestro.
Renovando por medio de esta consagración a su Corazón
nuestra consagración bautismal, y comprometiéndonos así a vivir en su amor y en
su gracia, sabemos que de este modo, seremos anticipo y gérmen de ese Reino
suyo, de verdad y de justicia, de concordia y de amor, de santidad, de unidad y
de paz, que está por venir; el cual suplicamos al Padre, cada día, en la
oración del Padre Nuestro, que nos lo envíe, diciéndole: "venga a nosotros
tu reino"; y cuya venida rogamos ardientemente cada vez que celebramos la
Santa Misa, diciendo con toda la Iglesia: ¡Maranatha! "¡Ven Señor, Jesús!".
Además, conscientes de que el mal que hacemos los hombres
hiere profundamente al Corazón de Dios, y que esta herida nos ha sido revelada
en el Corazón herido de Jesús en la cruz, queremos que esta consagración sea
expresión de nuestra voluntad de reparar su Corazón, con nuestro amor, con
nuestro rechazo firme al mal de este mundo, y con nuestra voluntad de
"vencer el mal a fuerza de bien" (Rom 12, 21).
Creemos que sólo la sobreabundancia del bien podrá vencer
las fuerzas del mal que actúan en nosotros y en el mundo.
Finalmente, queremos con esta consagración, acoger en
nuestra vida, en nuestras familias y en nuestras comunidades, aquel Amor que
ardía por nosotros los hombres en el Corazón de Jesús; que empezó a
comunicarnos la salvación desde el horno ardiente de su Corazón en la cruz; que
desde Pentecostés no deja de enviárnoslo siempre de nuevo sobre nosotros; y que
arde sin consumirse en ansias de amor por nosotros desde el Santísimo
Sacramento de la Eucaristía, Su Trono de Amor, donde cada día late de amor por
nosotros, y por cada hombre, y nos espera.
Invitamos a todos los fieles, familias, y asociaciones eclesiales que lo deseen, a
entregarse totalmente a El, por medio de esta consagración a su divino Corazón.
La consagración tendrá lugar el sábado 6 de junio de este
año 2015 en la Basílica de la Gran Promesa, de Valladolid.
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