Pide a sus apóstoles del amor
que oren por nosotros sacerdotes, para que seamos verdaderos apóstoles de
su Hijo y suyo. Pues si a todos nos incita por igual a dar testimonio con
nuestras vidas de la propia conversión, pide en cambio oración por los
sacerdotes, por sus manos bendecidas. Las manos de los sacerdotes son
bendecidas y muy bendecidas porque son las únicas que consagran el pan y el
vino, para que -como decía el Papa Benedicto XVI- “cosas terrenas se
conviertan en misterio divino”. Son manos bendecidas porque, a su vez,
deben bendecir por ser extensión de las manos de nuestro Señor y porque
administran los sacramentos, esos medios de salvación que Jesucristo dejó a
su Iglesia. Pide oración porque los sacerdotes no sólo santifican sino
también enseñan por medio de las predicaciones. Implora para que todos oren
por nuestros corazones sacerdotales. El sacerdote es alter Christus, otro
Cristo, que bendice como bendijo Jesucristo y transmite su Palabra con
total fidelidad. La Palabra no es un objeto meramente intelectual y humano
sino que es Palabra de Dios. La Palabra para que en su transmisión sea
eficaz debe haber penetrado profundamente en el sacerdote y salir de la
plenitud de su corazón, de un corazón encendido, enamorado de su Señor y su
Dios. Cuando esto se da entonces la Palabra alcanza su cometido y
convierte. Porque es a través de nosotros sacerdotes, que Cristo toca los
corazones y convierte.
Todos, laicos y sacerdotes, debemos con nuestra
vida ser modelos evangélicos para dar testimonio de santidad, no para
gloria nuestra sino la de Dios. Los sacerdotes somos cono todos, frágiles,
tenemos nuestras debilidades con las cuales combatir, pero somos
sacerdotes, dotados de una gracia de estado para llevar adelante el
ministerio. Los juicios críticos no nos sirven. Si cabe y cuando quepa una
advertencia, una corrección fraterna nos será útil, pero la crítica no. Sí,
en cambio necesitamos de oración, mucha oración que nos sostenga. Mucha
oración para ser mejores ante Dios y ante los hombres.
P.
Justo Antonio Lofeudo
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