Cuando un alma regresa a la Casa de nuestro
Padre Dios, y puede permanecer en Su Presencia, porque ha llegado limpia de
pecado; el Amor Misericordioso de Jesús la acoge, para que disfrute eternamente
de la Gloria de Dios.
En (D. 1448), Jesús dice: Escribe de Mi misericordia. Di a las almas
que es en el tribunal de la misericordia donde han de buscar consuelo; allí
tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente.
La tierna y amorosa Divinidad de Jesús, no
desea, no quiere, que ninguna alma llegue al tribunal de la justicia, donde a
Él, no Le queda otra alternativa, que la de ser Juez Justo.
Sabe muy bien, que llegado ése proceso
judicial Divino, donde se pone de manifiesto, todo el bien y el mal que se ha
cometido en ésta vida; es muy difícil, por no decir imposible, que un alma haiga
alcanzado tal grado de perfección, que por sí misma, consiga entrar
directamente, en la Casa del Padre.
Por eso pide insistentemente Jesús, que las
almas acudan al tribunal de la misericordia, donde Él, en lugar de juzgar,
consuela; donde en lugar de sentencias, concede Su perdón, reparte
generosamente y sin escatimar las Gracias que estima conveniente para que cada
alma, y la acoge en Su misericordia.
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