Cierto día el confesor de Santa
Faustina, le mandó preguntar al Señor Jesús por el significado de los dos rayos
que están en esta imagen. La respuesta que recibió durante la oración fue: Los dos rayos significan la Sangre y el
Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo
simboliza la Sangre que es la vida de las almas…Ambos rayos brotaron de las
entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi corazón agonizante fue
abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la
indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos,
porque no le alcanzará la justa mano de Dios. (D. 299)
Jesús, pone a nuestro alcance los
rayos que justifican y dan vida a las almas. Los ofrece como refugio seguro y
confortable, para que la justa mano de
Dios, no nos alcance. Y deja a nuestro libre criterio el aceptar esa
disponibilidad Suya, o no.
Pero tierna y dulcemente nos
dice: Ofrezco a los hombres un
recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger
gracias. Ese recipiente es esta imagen con la firma: Jesús, en Ti confío.
(D. 327) Nos asegura que: Por medio de
esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por eso que cada alma tenga
acceso a ella.
A cambio de todo esto, sólo pide
una cosa, que libremente nos decidamos a confiar definitivamente en Él. No encontrará alma ninguna la justificación
hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia. (D. 570)
La veneración de su Imagen, es
fundamental para la divulgación de la Misericordia divina. El 10 XI [1937],
Jesús, hizo saber interiormente a Santa Faustina que: Ya muchas almas han sido atraídas a Mi amor por esta imagen. Mi
misericordia actúa en las almas mediante esta obra. (D. 1379)
Nuestro querido Beato Juan Pablo
II (1920-2005), durante su pontificado fue el mayor divulgador de la veneración
a la Misericordia Divina. Distribuyó millones de estampas con la Imagen de
Jesús Misericordioso, en las que puso estas palabras “Sed apóstoles de la
Divina Misericordia”.
Si un Papa, Mariano por
excelencia, concedió tanta importancia a esta veneración; hasta el punto de que
en la Canonización de la Beata Mª Faustina Kowalska, exclamó: “¡Sacerdotes,
haced de la Divina Misericordia vuestro programa sacerdotal en este tiempo
necesitado como nunca!”; es evidente que conocía en profundidad todo lo
expresado e indicado por Jesús a Santa Faustina, y que tenía plena confianza en
Jesús Misericordioso.
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