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«Vicka me contó que durante la
aparición del Viernes Santo de 1982, la Virgen se apareció con Jesús. Pero
aquella vez no fue como suele venir cada año para Navidad cuando ella,
radiante, tiene a su Niñito recién nacido entre sus brazos.
“Aquel día Jesús se mostró adulto. Sufría su Pasión y estaba
coronado de espinas. Le corría sangre por su frente, sus mejillas y su barba.
Su rostro estaba cubierto de salivazos y de barro. Su cuerpo entumecido por los
golpes recibidos durante la noche que pasó en la prisión de Caifás y por los
crueles tratos que los soldados de Pilatos le habían infringido. Llevaba un
manto rojo desgarrado y manchado de sangre”.
“Queridos hijos, les
dijo la Gospa, hoy
he venido con mi Hijo Jesús en su Pasión para que vean cuánto ha sufrido por
ustedes y hasta qué punto los ama”. Le pregunté a
Vicka: “¿Jesús también dijo algo?” “No, me respondió. Jesús permaneció en
silencio; no dijo nada. Pero lo miré a los ojos y su expresión era de una
ternura tal, de un amor tan grande, tan humilde, que para mí fue mucho más
fuerte que todas las palabras que hubiera podido decir. ¡Vi cuánto sufría y al
mismo tiempo cuánto nos amaba! ¿Sabes? Nunca olvidaré la mirada de Jesús en su
Pasión”.
La vidente Marija también comentó esta aparición de Cristo en
ocasión de una entrevista que le realizó Radio Maria (Italia) el 25 de febrero
último. He aquí su relato de los hechos: “En aquella época éramos perseguidos
por los comunistas. Nos llevaron a un asilo lleno de locos. Nos hicieron sufrir
mucho porque nos decían que terminaríamos como ellos. Tan sólo teníamos 16 años
y sentíamos miedo.
Anteriormente la Virgen nos había prevenido que no deberíamos
comer ni beber nada de lo que los comunistas nos darían. No debíamos aceptar
nada de parte de ellos. Nos enteramos luego que uno de ellos había intentado
drogarnos. Efectivamente, habían comentado por la televisión de que estábamos
drogados y querían que los tele-espectadores lo vieran. Felizmente la Virgen
nos había advertido del peligro.
Luego nos llevaron de vuelta hasta la iglesia del pueblo; y, ya
de noche, completamente agotados, finalmente retornamos a nuestros hogares.
Allí, la Virgen se nos apareció. Le manifestamos llorando que ya no
aguantábamos más, que no merecíamos el trato que los comunistas nos infringían.
En efecto, para asustarnos, nos decían por ejemplo que el padre de Vicka que
trabajaba en Alemania sería arrestado y encarcelado a su regreso a casa, que no
podría más ganar plata para mantener a su familia y se morirían de hambre.
Le contamos a la Gospa todo lo que nos habían hecho, cómo nos
habían arrestado y llevado al asilo, la forma en que nos amenazaban con
dejarnos allí para siempre diciéndonos que acabaríamos locos. Es allí cuando
Ella nos mostró a Jesús coronado de espinas, lleno de heridas, bañado en sangre
y nos dijo: ‘Así como Él
ha padecido todo esto por amor a ustedes, por el género humano, acepten sus
sufrimientos también ustedes por amor a Él’. Jesús por su parte no
decía nada, tan sólo nos miraba… No pude dormir en toda la noche, la impresión
había sido demasiado fuerte. ¡Nunca olvidaremos aquello!”»
© Children of
Medjugorje del mes de abril de 2016
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