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«En
medio de las turbulencias suscitadas por los cuestionamientos sobre la familia,
deseo hacer resonar aquí la voz apacible, cristalina, profética, penetrante y
sanadora de la muy santa madre de Dios. Desde 1981 en Medjugorje nos ha venido
dando todas las pistas que necesitamos hoy en día para que nuestras familias
sean sanas y santas.
¡Escuchemos su voz y vivamos sus
directivas dadas en sus mensajes! ¡Hubiéramos podido evitar tantos dramas,
rupturas, perversiones y depresiones que han minado el mundo occidental si
hubiéramos puesto en práctica sus consejos maternales! He aquí algunos de ellos
que los videntes nos han transmitido en el curso de estos años:
“Queridos hijos, Satanás quiere
destruir a sus familias y trabaja día y noche. Resístanle, con el rosario en
las manos”.
“Que los padres oren con sus hijos,
que los hijos oren con sus padres. De esta manera, unidos en la oración,
Satanás no podrá lograr nada en contra de ustedes”.
“Los invito a orar cada día en
familia. La oración en familia es EL remedio para sanar al mundo de hoy”.
“Un simple rosario puede realizar
milagros en el mundo y en sus vidas”.
“Que su primer grupo de oración sea
la familia de ustedes”.
“Cuando oran juntos, Jesús está en
medio de ustedes. El objetivo de la oración en familia es hacer que Jesús esté
con ustedes”.
Cuando Jesús está con nosotros, ¡qué otra cosa podemos necesitar, teniendo a Dios en nuestro hogar! Jesús, por supuesto, realiza un trabajo divino entre nosotros. Le dará a uno la paz, a otro la sanación, la liberación, la alegría, el consuelo, la luz… y nuestra vida familiar se transformará. Si oramos todos los días, Jesús vivirá con nosotros, será un miembro más de nuestra familia. A tal punto que papá, mamá, el tío hablarán de Él con amor y respeto y los niños que moran allí comprenderán que Dios es grande, que Dios existe, que es bueno puesto que papá y mamá se dirigen a Él con amor. Y así las semillas de la fe se depositarán en sus corazones. Pero si los padres nunca hablan de Dios en familia, los niños comprenderán que Dios no existe o, si existe, que no es importante.
Cuando Jesús está con nosotros, ¡qué otra cosa podemos necesitar, teniendo a Dios en nuestro hogar! Jesús, por supuesto, realiza un trabajo divino entre nosotros. Le dará a uno la paz, a otro la sanación, la liberación, la alegría, el consuelo, la luz… y nuestra vida familiar se transformará. Si oramos todos los días, Jesús vivirá con nosotros, será un miembro más de nuestra familia. A tal punto que papá, mamá, el tío hablarán de Él con amor y respeto y los niños que moran allí comprenderán que Dios es grande, que Dios existe, que es bueno puesto que papá y mamá se dirigen a Él con amor. Y así las semillas de la fe se depositarán en sus corazones. Pero si los padres nunca hablan de Dios en familia, los niños comprenderán que Dios no existe o, si existe, que no es importante.
Jesús monta guardia en nuestro hogar.
Llena la casa con su presencia y estamos felices. Neutraliza poco a poco todos
los virus que destruyen a la familia: la crítica, el odio, los celos, la
envidia… sin olvidar la pornografía que invade tantos hogares. Una encuesta ha
demostrado que la pornografía es la causante de más del 70% de los divorcios.
Jesús limpiará todo lo que daña a la familia y sembrará en ella los valores que
la construyen: la unión de los corazones, el compartir, la ayuda mutua, el
perdón. Si sus miembros nunca se piden perdón, la familia está en peligro. Es
muy saludable no acostarse por la noche sin haber hecho las paces entre
nosotros.
De esta manera cuando Satanás llega a
nuestra casa para realizar su trabajo de destrucción, ve que el lugar ya está
ocupado por otra persona. Ve que Jesús está allí y queda aterrorizado. Deja
caer sus armas y ya no puede hacernos daño. Jesús lo ha vencido en la cruz y
desde aquel momento el Enemigo no soporta su presencia. Una familia que ora
cada día construye una barrera de contención contra el mal, contra el
Destructor. ¡Esta barrera es el mismo Cristo! Pero en una familia que no ora,
¿dónde está la barrera? No la tiene, y la familia corre serios riesgos.
Suelen oírse los siguientes
comentarios: “Ahora podemos casarnos porque tenemos todo lo
que necesitamos para formar una buena familia: casa, dinero, trabajo,
salud… todo”. Pero si Jesús no está en el centro de la familia,
¿dónde está su protección? Cuando el Destructor llegue para arrasar con ella,
no será ni la casa, ni el trabajo, ni el dinero lo que lo ahuyentará. ¡Sólo
Jesús puede hacerlo! Es preferible tener a Jesús y ser pobre que poseer muchos
bienes sin Jesús. Cuando María eligió el pueblito de Medjugorje dijo: “¡He
encontrado aquí a verdaderos creyentes!” ¡Para aquellas
familias, Jesús era su único bien!
Si alguien blasfema en la familia,
ignórenlo. Permanezcan tranquilos y hagan de cuenta que no oyeron nada, pero en
su corazón bendigan a Dios. Entonces su bendición anulará el efecto de la
blasfemia. ¡El que blasfema se cansará de blasfemar antes de que ustedes se
cansen de bendecir a Dios! De esta manera conservarán la paz en su corazón y
esta paz fluirá a su alrededor. Dios tiene un plan de santidad para todos los
miembros de su familia. Si oran, serán el instrumento de Dios para aquellos que
no conocen su amor. “No discutan”, nos dice María. Los
corazones se abren por medio del ejemplo y no por medio de discusiones.
La Virgen vino para
suplicarnos: “¡Renueven la oración en familia!”. Hoy
en día el ataque es muy fuerte, necesitamos armas poderosas para no ser
derrotados.
¡Oremos mucho por el Sínodo en Roma!»
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