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La misericordia de la Virgen María,
es un reflejo de la misericordia de Jesús, por eso: ella ora a Dios,
especialmente por quienes se han vuelto duros de corazón.
Pero, podríamos preguntarnos,
¿Quiénes se han vuelto duros de corazón? O también: ¿Cuál es la señal de
que uno se ha vuelto duro de corazón? Y estas preguntas no son para
dirigir la mirada a los demás y juzgarlos, sino para examinarnos a nosotros
mismos; no sea que siendo sacerdotes, religiosas o laicos comprometidos,
nuestro corazón se haya endurecido y ni siquiera nos hayamos dado cuenta.
Se ha endurecido el corazón de
quienes no somos conscientes de los dones que Dios cada día nos da; no nos
damos cuenta que estamos recibiendo permanentemente un sinfín de Bendiciones, y
sin embargo pensamos, hablamos, decidimos y actuamos como quienes parecen no
haber tenido nunca la experiencia del amor de Dios y la visita de su Madre.
Se ha endurecido el corazón de
quienes se han acostumbrado a los dones del Señor y han perdido la capacidad de
la gratitud, de la pequeñez espiritual, de quienes se han vuelto mal humorados
y quejosos por todo, de quienes han dejado de dar testimonio de los mensajes
con el ejemplo de su vida, vivida con sencillez, generosidad y alegría, se ha
endurecido el corazón de quienes no tienen un verdadero compromiso con los
mensajes de Nuestra Madre, ni tampoco con sus comunidades.
Se ha endurecido el corazón de
quienes no se dan cuenta que están viviendo días de gracia, y en lugar de poner
los medios concretos para crecer en la santidad diaria, dan vuelta
permanentemente sobre lo mismo, como perro que quiere morderse la cola.
La Reina de la Paz con su presencia,
con sus mensajes, y con su oración materna, nos está animando a buscar y a
vivir la santidad, liberándonos de todo lo artificial y secundario, y
regresando a la esencia del Evangelio, de la Buena Noticia que Jesús nos ha
traído, amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las
fuerzas, y al prójimo como a uno mismo.
Por eso, si me permites me atrevo a
aconsejarte que este mes no leas el mensaje como uno más, sino que te tomes el
tiempo para meditar en el elogio (piropo) que la Reina de la Paz te hace en
este mensaje, cuando te dice que eres único/a e insustituible y que eres la alegría
de Dios en este mundo, así como también que te tomes el tiempo
para pedirle a la Madre que te tome espiritualmente de la mano y te ayude a
mirar tu vida con sus ojos, de manera tal que sea ella quien te diga si tu
corazón se ha endurecido en algún aspecto. Y si es así ¿en cuál?, y ¿que debes
hacer para poder cambiar? Que sea ella que te ayude a encontrar una respuesta
sincera a la pregunta de: ¿Cómo estás testimoniando la paz, la oración y el
amor en tu familia, en tu comunidad y en todos los ambientes?
Que la Reina de la Paz te conceda su
Bendición maternal. Me confío a tu oración.
P. Gustavo Jamut
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