El Evangelio nos cuenta cómo los Apóstoles
piden a Jesús que les enseñe a orar, y Jesús les enseña la oración que
conocemos como “El Padre nuestro”.
En las apariciones y revelaciones de Jesús a
Santa Faustina, no sólo nos ha dejado una Imagen de Su Persona, para que Le
Contemplemos y Veneremos. Sino que también nos ha abierto las entrañas de Su
Misericordia. Se nos ha revelado como la Fuente Misma de la Misericordia
Divina, para la salvación de todas las almas que en Él confíen.
Nos ha mostrado cuánto Amor nos tiene, y
cuánto sufre por las almas que por no recurrir a Su Misericordia, se pierden
definitivamente en el Abismo del Mal.
Y sin que nadie Se Lo pidiera, en un acto de
Bondad Infinita, el 14 de Septiembre de 1935, día de la celebración Litúrgica
de la Exaltación de la Santa Cruz; Jesús enseña como vemos en el apartado D.
476, una oración que posteriormente, Él la denominará “Coronilla”. La oración
la describe de la siguiente manera:
Con un rosario
común, primero rezarás una vez el Padre nuestro y el Ave María y el Credo.
Padre Eterno, Te
ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo
entero.
En las cuentas del
Ave María dirás las siguientes palabras:
Por su dolorosa
Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Para terminar,
dirás tres veces estas palabras:
Santo Dios, Santo
Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.
No creo que la elección del día, para
enseñarnos ésta oración de la Coronilla, sea fruto de la casualidad o de la
improvisación. Sino todo lo contrario, intuyo una intencionalidad muy evidente.
Creo que Jesús quiere que nos centremos en Su
Dolorosa Pasión, especialmente en la parte final, cuando es clavado en la Cruz,
donde a priori, según el criterio humano, todo llegaba a su fin; el Hijo de
Dios, el Mesías tan esperado y deseado, el Maestro que tantos milagros llevó a
cabo y que incluso resucitó a los muertos; se rendía…, no hacía nada por salvar
Su vida…, es más entrega a Su Madre al
Apóstol Juan, poco antes de encomendar Su Espíritu a Su Padre, y expirar…
Cuando parece haber terminado todo, llega un
soldado y clava su lanza en el costado del cuerpo inerte de Jesús, y al punto
brotó Sangre y Agua.
Sangre y Agua, que los allí presentes vieron,
como un signo de que todo había llegado definitivamente, a su fin…
Nada más lejos de la realidad, esa Sangre y
esa Agua, no eran el fin de nada, sino todo lo contrario era el principio. ¡El
principio del Tiempo de la Misericordia Divina!
La Sangre y el Agua, tienen tanta importancia
que, cuando Jesús mandó pintar Su Imagen, según el modelo que Santa Faustina
estaba viendo, de Su Corazón salían dos rayos, que en el apartado D. 299, Él
mismo, le da la siguiente explicación:
Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza
el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la
vida de las almas…Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi
misericordia cuando Mi corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza.
Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado
quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios.
La importancia y el poder Redentor de Su
Sangre y de Su Agua son inmensos…, como podemos ver en los siguientes apartados
del Diario:
D. 186.- Hoy, Jesús me dijo: Deseo que conozcas más profundamente el
amor que arde en Mi corazón por las almas y tú comprenderás esto cuando medites
Mi Pasión. Apela a Mi misericordia para los pecadores, deseo su salvación. Cuando
reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún pecador, le
concederé la gracia de la conversión. Esta oración es la siguiente:
D. 187.- Oh
Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia
para nosotros, en Ti confío.
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