Es cierto que los diferentes estados del
alma, pertenecen a Santa Faustina, única interlocutora con Jesús; pero es muy
posible que podamos sentirnos más o menos identificados, con alguno o varios de
ellos, o conozcamos personas que en alguna ocasión, nos hayan comentado,
estados parecidos.
Santa Faustina poseía unas cualidades
personales y espirituales, que agradaron a Jesús, hasta el punto de convertirla
en Su secretaria, y en Su portavoz ante el mundo, para divulgar el Mensaje de
la Misericordia Divina, que Él, quería que conociéramos y nos beneficiáramos
plenamente.
Es cierto que las cualidades de Santa
Faustina, eran excepcionales. Pero no olvidemos, que todos estamos llamados a
la santidad, porque todos somos hijos de Dios. El cuerpo que nuestra madre
gestó con tanto amor, quedará para siempre en éste mundo. Pero el alma, tiene
que volver a Su Origen. Tiene que volver a Dios, como mínimo en el mismo estado
que nos la dio.
Si no vuelve a Dios, al traspasar el umbral
de la muerte, es que no hemos conocido, entendido o llevado a la práctica, el
maravilloso mensaje de Jesús.
Por lo tanto, todo, absolutamente todo, lo
que Jesús transmitió a Santa Faustina, al mismo tiempo, nos lo estaba
transmitiendo a todos y cada uno de nosotros, con la misma dulzura, con el
mismo cariño, con el mismo mimo y con la misma ternura.
Acojámosle con humildad y agradecimiento,
dejémonos llevar por Su Mensaje, de Amor, de Bondad y de Misericordia Divina.
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