Y por último, Jesús dialoga con el alma
perfecta, (D. 1489)
- El alma: Señor y Maestro mío,
deseo hablar Contigo.
- Jesús: Habla, porque te escucho en todo momento, niña amada; te espero
siempre. ¿De qué deseas hablar Conmigo?
- El alma: Señor, primero derramo
mi corazón a tus pies como el perfume de agradecimiento por tantas gracias y
beneficios de los cuales me colmas continuamente y los cuales no lograría
enumerar aunque quisiera. Recuerdo solamente que no ha habido un solo momento
en mi vida en que no haya experimentado Tu protección y Tu bondad.
- Jesús: Me agrada hablar contigo y tu agradecimiento te abre nuevos tesoros de
gracias, pero, niña Mía, hablemos quizás no tan generalmente, sino en detalles
de lo que pesa más sobre tu corazón; hablemos confidencial y sinceramente como
dos corazones que se aman mutuamente.
- Al alma: Oh mi Señor
misericordioso, hay secretos en mi corazón de los cuales no sabe ni sabrá nadie
fuera de Ti, porque aunque quisiera decirlos nadie me comprendería. Tu
representante sabe algo, dado que me confieso con él, pero tanto cuanto soy
capaz de revelarle de estos secretos, lo demás queda entre nosotros por la
eternidad, ¡Oh Señor mío! Me has cubierto con el manto de Tu misericordia
perdonándome siempre los pecados. Ni una sola vez me has negado Tu perdón, sino
que teniendo compasión por mí, me has colmado siempre de una vida nueva, la
vida de la gracia. Para que no tenga dudas de nada, me has confiado a una
cariñosa protección de Tu Iglesia, esta madre verdadera, tierna que en Tu
nombre me afirma en las verdades de la fe y vigila que no yerre nunca. Y
especialmente en el tribunal de Tu misericordia mi alma experimenta todo un mar
de benevolencia. A los ángeles caídos no les has dado tiempo de hacer
penitencia, no les has prolongado el tiempo de la misericordia. Oh Señor mío,
en el camino de mi vida has puesto a unos sacerdotes santos que me indican una
vía segura. Jesús, en mi vida hay un secreto más, el más profundo, pero también
el más querido para mí, lo eres Tu Mismo bajo la especie del pan cuando vienes
a mi corazón. Aquí está todo el secreto de mi santidad. Aquí mi corazón unido
al tuyo se hace uno, aquí ya no hay ningún secreto, porque todo lo Tuyo es mío,
y lo mío es Tuyo. He aquí la omnipotencia y el milagro de Tu misericordia.
Aunque se unieran todas las lenguas humanas y angélicas, no encontrarían
palabras suficientes para expresar este misterio del amor y de Tu misericordia
insondable. Cuando considero este misterio de amor, mi corazón entra en un
nuevo éxtasis de amor y Te hablo de todo, Señor, callando, porque el lenguaje
del amor es sin palabras, porque no se escapa ni un solo latido de mi corazón.
Oh Señor, a pesar de que Te has humillado tanto, Tu grandeza se ha multiplicado
en mi alma y por eso en mi alma se ha despertado un amor todavía más grande
hacia Ti, el único objeto de mi amor, porque la vida del amor y de la unión se
manifiesta por fuera como: pureza perfecta, humildad profunda, dulce
mansedumbre, gran fervor por la salvación de las almas. Oh mi dulcísimo Señor,
velas sobre mí en cada momento y me inspiras sobre cómo debo portarme en un
caso dado; cuando mi corazón oscilaba entre una y otra cosa, Tú Mismo
intervenías, más de una vez, en solucionar el asunto. Oh, cuántas e innumerables
veces, con una luz repentina me hiciste conocer lo que Te agradaba más.
- Oh, qué numerosos son estos
perdones secretos de los cuales no sabe nadie. Muchas veces has volcado en mi
alma fuerza y valor para avanzar. Tú Mismo eliminabas las dificultades, para de
mi camino interviniendo directamente en la actuación de los hombres. Oh Jesús,
todo lo que Te he dicho es una pálida sombra frente a la realidad que hay en mi
corazón. Oh Jesús mío, cuánto deseo la conversión de los pecadores. Tú sabes lo
que hago por ellos para conquistarlos para Ti. Tu sabes que no escatimo ni
fuerzas, ni salud, ni vida en defensa de Tu reino. Aunque en la tierra mis
esfuerzos son invisibles, pero no tienen menos valor a Tus ojos. Oh Jesús,
deseo atraer las almas a la Fuente de Tu Misericordia para que tomen la
vivificante agua de vida con el recipiente de la confianza. Si el alma desea
experimentar una mayor misericordia de Dios, acérquese a Dios con gran
confianza y si su confianza es sin límites, la misericordia de Dios será para
ella también sin límites. Oh Señor mío, que conoces cada latido de mi corazón,
Tú sabes con qué ardor deseo que todos los corazones latan exclusivamente por
Ti, que cada alma glorifique la grandeza de Tu misericordia.
- Jesús: Hija Mía amadísima, delicia de Mi Corazón, tu conversación Me es más
querida y más agradable que el canto de los ángeles. Todos los secretos de Mi
Corazón están abiertos para ti. Toma de este Corazón todo lo que necesites para
ti y para el mundo entero. Por tu amor retiro los justos castigos que la
humanidad se ha merecido. Un solo acto de amor puro hacia mi, Me es más
agradable que miles de himnos de almas imperfectas. Un solo suspiro de amor Me
recompensa de tantos insultos con los cuales Me alimentan los impíos. Tu Más
pequeña acción, es decir, un acto de virtud adquiere a Mis ojos un valor
inmenso y es por el gran amor que tienes por Mí. En un alma que vive
exclusivamente de Mi amor, Yo reino como en el cielo. Mi ojo vela sobre ella día y noche y encuentro en ella Mi complacencia
y Mo oído está atento a las súplicas y el murmullo de su corazón y muchas veces
anticipo sus ruegos. Oh niña amada por Mí particularmente, pupila de Mi ojo,
descansa un momento junto a Mi Corazón y saborea aquel amor del cual te
regocijarás durante toda la eternidad.
Pero, hija, aún no estás en la patria; así pues, ve fortalecida con Mi
gracia y lucha por Mi reino en las almas humanas y lucha como una hija real y recuerda
que pronto pasarán los días del destierro y con ellos la oportunidad de
adquirir méritos para el cielo. Espero de ti, hija Mía, un gran número de almas
que glorifiquen Mi misericordia durante toda la eternidad. Hija Mía, para que
respondas dignamente a Mi llamada, recíbeme cada día en la Santa Comunión –
ella te dará fuerza…
Jesús, no me dejes sola en el
sufrimiento. Tú sabes, Señor, lo débil que soy. Soy un abismo de miseria, soy
la nada misma. Por eso, ¿qué habría de extraño si me dejaras sola y yo callera
Soy una recién nacida, Señor, por eso no sé sostenerme por mí misma. Sin
embargo, a pesar de todo abandono, confío, y a pesar de mis sentimientos,
confío y me estoy transformando completamente en la confianza, muchas veces a
pesar de lo que siento. No disminuyas ninguna de mis aflicciones, sólo dame
fuerzas para soportarlas. Haz conmigo lo que Tú quieras, Señor, sólo dame la
gracia de poder amarte en cada acontecimiento y circunstancia. Señor, no
disminuyas mi cáliz de amargura, sólo dame fortaleza para que pueda beberlo
todo.
Oh Señor, a veces me elevas
hacia el resplandor de las visiones y otras veces me sumerges en una noche
oscura y en el abismo de mi nulidad y el alma se siente como si estuviera sola
en un gran desierto… Sin embargo, por encima de todo confío en Ti, Jesús,
porque eres inmutable. La disposición de mi ánimo es variable, pero Tú eres
siempre igual, lleno de misericordia.
¡Gracias, muchas gracias, por su visita,por su presencia.¡Enhorabuena por el blog
ResponderEliminar¡Que post tan maravilloso, con su permiso lo copio y me lo llevo.Dios le bendiga.
Muchísimas gracias a ti Marian, que Dios te bendiga
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