Imagen y Fiesta, Veneración y Júbilo. Si con
confianza Veneramos la Imagen, con alegría participaremos en el Júbilo de la
Fiesta que nos sumerge en el fruto del Amor de Dios que es la Misericordia.
D. 420.- El primer domingo después de la
Pascua de Resurrección, es decir, Fiesta de la Misericordia del Señor, clausura
del Jubileo de Redención. Cuando fuimos a esta solemnidad, el corazón me latía
de alegría por estar unidas estas dos solemnidades tan estrechamente. Pedí a
Dios la misericordia para las almas pecadoras. Cuando terminó el oficio y el
sacerdote tomó el Santísimo Sacramento para impartir la bendición, súbitamente
vi al Señor Jesús con el mismo aspecto que tiene en esta imagen. El Señor
impartió su bendición y los rayos se extendieron sobre todo el mundo. De
repente vi una claridad inaccesible en forma de una habitación de cristal,
tejida de ondas de luz impenetrable a cualquier criatura o espíritu. Para
entrar en la claridad [había] tres puertas y en ese instante Jesús, con el
mismo aspecto que tiene en la imagen, entró en aquel resplandor a través de
la segunda puerta, hasta el interior de la unidad. Es la Unidad Trinitaria que
es inconcebible, infinita. Oí la voz: Esta
Fiesta ha salido de las entrañas de Mi misericordia y está confirmada en el
abismo de Mis gracias. Toda alma que cree y tiene confianza en Mi misericordia,
la obtendrá.
Creer y confiar, dos requisitos fundamentales
en la historia de la relación de Dios con el hombre y la mujer desde su creación.
Adán y Eva por no creer y confiar en las instrucciones que Dios les dio sobre
el Árbol del Conocimiento, de la Verdad y de la Vida, se dejaron convencer por
los argumentos de la serpiente, y comiendo del fruto del Árbol prohibido, se
introdujo el mal en sus cuerpos, y al perder su pureza, a Dios no le quedó mas
alternativa que impedir que siguieran en Su Presencia.
Abraham por el contrario sí creyó y confió en
la Palabra que Dios le había dado. A pesar de la ancianidad que él y su esposa
tenían, y de que hasta ese momento no habían tenido hijos, creyó y confió en
que, lo que Dios le había dicho, se cumpliría, porque para Abraham, Dios todo
lo puede.
Y de inmediato mandó levantar el campamento,
reunir sus rebaños y con todos los criados se puso en camino hacia la tierra
que Dios le había prometido, que le haría padre de una descendencia tan
abundante y numerosa como las estrellas del cielo o las arenas del mar.
Así fue como Abraham puso en marcha el Plan
de Salvación, que Dios había previsto, para rescatar a todos Sus hijos del mal
y de la muerte, para que pudiéramos permanecer siempre en Su Presencia, como en
su día estuvieron Adán y Eva.
Dos claros ejemplos, de los miles que podemos
encontrar en las Sagradas Escrituras, de que Dios desea siempre lo mejor para
nosotros, nos avisa, nos previene, pero es escrupulosamente respetuoso con el
libre criterio que nos concedió, y sólo nosotros somos responsables de nuestras
decisiones.
Gracias!!! Que gran Esperanza.
ResponderEliminarDios le bendiga.
Gracias a ti hermana Marian, que Dios te bendiga siempre. Y disculpa que haya tardado tanto en contestarte, pero hasta hoy por algún motivo que desconozco no he tenido notificación de tu comentario. Aprovecho la ocasión para desearte un FELIZ 2013!!!
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