Con cada alma que consigue, su poder y su
fuerza aumentan y se hace más grande la profundidad de su abismo, con la vana
ilusión de poder derrotar algún día, a la Luz con sus tinieblas; al Amor con su
egoísmo, envidia y rabia; a la Misericordia, con su rencor, su odio y su ira; a
la Bondad Infinita, con su maldad persistente y recalcitrante.
Esa es la autentica realidad que nos vamos a
encontrar, los que, alejados de Dios, caigamos en el abismo, egoísmo, envidia,
rabia, rencor, odio, ira, maldad, y desesperación permanente.
Jesús no quiere que ése sea nuestro final.
Por eso ha dotado a la Coronilla de unas Gracias y Dones Especiales, para
beneficiar y salvar, no sólo a los que confiando en Él la rezamos
frecuentemente, sino que también podamos rezar Su Coronilla para beneficiar y
salvar a otras almas.
Estas Gracias y Dones Especiales, Santa
Faustina, los escribe tal y como Jesús se los dijo en los siguientes apartados:
D. 687.- En una ocasión, mientras iba por el
pasillo a la cocina, oí en el alma estas palabras: Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que
la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se
la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el
pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la
gracia de Mi misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi
misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en
Mi misericordia.
D. 754.- + Promesa del Señor: A las almas que recen esta coronilla, Mi
misericordia las envolverá en vida y especialmente a la hora de la muerte.
D. 811.- Al entrar en mi soledad, oí estas
palabras: Defenderé como Mi gloria a
cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás
la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca
de un agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable
misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi misericordia
por la dolorosa Pasión de Mi hijo.
D. 848.- que me enseñó Jesús. Mientras rezaba
la coronilla, de repente, oí una voz: Oh,
qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla; las
entrañas de Mi misericordia se enternecen por quienes rezan esta coronilla.
Anota estas palabras, hija Mía, habla al mundo de Mi Misericordia para que toda
la humanidad conozca la infinita misericordia Mía. Es señal de los últimos tiempos,
después de ella vendrá el día de la justicia. Todavía queda tiempo, que
recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia, se beneficien de la Sangre y
del Agua que brotó para ellos. Oh almas humanas, ¿dónde encontrarán refugio
el día de la ira de Dios? Refúgiense ahora en la Fuente de la Divina
Misericordia. Oh, qué gran número de almas veo que han adorado la Divina
Misericordia y cantarán el himno de gloria por la eternidad.
D. 1541.- Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A quienes
recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan. Cuando la recen
los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte
será feliz. Escríbelo para las almas afligidas: Cuando un alma vea y conozca la
gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el
abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje
con confianza en brazos de Mi misericordia, como un niño en brazos de su madre
amadísima. Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón compasivo, ellas tienen
preferencia en Mi misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi
misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco
particularmente en el alma que confía en Mi bondad. Escribe: cuando recen esta
coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante
no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso.
D. 1731.- Hoy me despertó una gran tormenta,
el viento estaba enfurecido y llovía como si fuera un huracán, a cada rato
caían rayos. Me puse a rogar que la tempestad no causara ningún daño; de
repente oí estas palabras: Reza la
coronilla que te he enseñado y la tormenta cesará. En seguida he comenzado
a rezar la coronilla y ni siquiera la he terminado cuando el temporal ha cesado
y oí estas palabras: A través de ella
obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi voluntad.
La oración de la Coronilla, es un instrumento
muy eficaz, que Jesús pone a nuestro alcance. Una oración que hemos de valorar
muy convenientemente, y acoger con humildad y agradecimiento, a Su Infinita
Bondad, porque abre de par en par las compuertas de la Fuente de la Misericordia
con una generosidad difícilmente imaginable para nuestra limitada condición
humana.
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