La Hora de la Misericordia, es más conocida
como: “La Oración de las tres de la tarde”. Hora en la que Jesús, encomendando
su Espíritu al Padre, expiró.
El texto de la Oración y la petición de Jesús
de que a las tres se ruegue por Su Misericordia, preceden a un bellísimo poema
escrito por Santa Faustina al misericordiosísimo Corazón de Jesús, con el que
pone fin al cuarto cuaderno del manuscrito del Diario.
Pero el texto de la Oración, viene precedido
por un encuentro con Jesús, diálogos con Él, y reflexiones de Santa Faustina,
que expresan de forma clara y concisa el significado de “La Hora de la
Misericordia”. Transcribo literalmente del Diario.
D.- 1312 + Hoy Jesús vino a la puerta bajo la
apariencia de un joven pobre. Un joven macilento, en harapos, descalzo y con la
cabeza descubierta, estaba pasmado de frío porque hacía un día lluvioso y frío.
Pidió algo de comer caliente. Pero cuando fui a la cocina no encontré nada para
los pobres; sin embargo tras buscar un rato encontré un poco de sopa que
calenté y puse un poco de pan desmigajado. Se lo di al pobre que lo comió. En
el momento en que le retiraba el vaso, me hizo saber que era el Señor del cielo
y de la tierra. En cuanto lo vi tal como es, desapareció de mis ojos. Cuando
entré en la casa pensando en lo que había sucedido en la puerta, oí estas
palabras en el alma: hija Mía, han
llegado a Mis oídos las bendiciones de los pobres que alejándose de la puerta
Me bendicen y Me ha agradado esta misericordia tuya dentro de los límites de la
obediencia y por eso he bajado del trono para gustar el fruto de tu
misericordia.
D.- 1313 Oh Jesús mío, ahora esta claro para
mí y he comprendido todo lo que ha sucedido hace un momento. Presentía algo
preguntándome ¿Qué clase de pobre es éste del cual transparenta tanta modestia?
Desde aquel momento mi corazón se ha encendido de un amor todavía más puro
hacia los pobres y los necesitados. Oh, cuánto me alegro de que las Superioras
me hayan asignado esta tarea… Comprendo que la misericordia es variada, que
siempre y en todo lugar y en cada momento se puede hacer el bien. El ardiente
amor de Dios incesantemente ve la necesidad de darse a los otros con la acción,
la palabra y la oración. Ahora comprendo Señor, Tus palabras que me has dicho anteriormente.
D.- 1314 + Oh, que grandes esfuerzos tengo
que hacer para cumplir bien mis deberes siendo mi salud tan débil. Sólo Tú lo
sabes, oh Cristo.
D.- 1315 + En los momentos de abandono
interior no pierdo la serenidad, porque sé que Dios nunca abandona al alma, a
no ser únicamente cuando el alma misma, con su infidelidad, rompe el lazo del
amor. Sin embargo, absolutamente todos los seres dependen del Señor y son
sostenidos por su omnipotencia. Unos son gobernados por el amor, otros por la
justicia; de nosotros depende bajo qué autoridad deseamos vivir, visto que la
ayuda de la gracia en la medida suficiente no es negada a nadie. No me asusta
el aparente abandono. Me examino más profundamente si la culpa no es mía. Si
no, bendito seas.
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