Continúo
con el Diario:
D.-1316 1 X 1937.Hija Mía, necesito sacrificios hechos por amor, porque sólo éstos
tienen valor para Mí. Es grande la deuda del mundo contraída Conmigo, la pueden
pagar las almas puras con sus sacrificios, practicando la misericordia
espiritualmente.
D.- 1317 Comprendo Tus palabras, Señor, y la
grandeza de la misericordia que ha de resplandecer en mi alma. Jesús: Sé, hija mía, que lo comprendes y haces
todo lo que está en tu poder, pero escríbelo para muchas almas que a veces se
afligen por no tener bienes materiales, para practicar con ellos la
misericordia. Sin embargo, el mérito mucho más grande lo tiene la misericordia
espiritual que no necesita ni autorización ni granero siendo accesible a
cualquier alma. Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no
conseguirá Mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran
acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque su misericordia anticiparía
Mi juicio.
En el apartado D.- 1313, Santa Faustina
expresa con claridad las tres formas de practicar la misericordia: << la
acción, la palabra, y la oración >>
Pues bien, si en el capítulo anterior vimos
un claro ejemplo de la práctica de la misericordia a través de “la acción”, y
los beneficios que la misma aporta a quien la realiza; en los apartados
siguientes que componen éste capítulo, Jesús entra de lleno en la práctica de
la misericordia a través de “la oración”, o como Él Mismo la denomina en
ocasiones “la misericordia espiritual”
Jesús, como Hijo de Dios, es Omnipotente, es
decir Su Fuerza y Su Poder son inagotables, sin límites, infinitos, todo lo
posee, le pertenece, y es Suyo. Pero Jesús, en virtud del gran precio que tuvo
que pagar para rescatarnos, por Amor, del poder de la muerte, con Su
ignominiosa y dolorosa Pasión y Muerte en la Cruz; necesita de todos nosotros,
“sacrificios hechos por amor”
La gran deuda que el mundo tiene contraída
con Jesús, es una deuda de Amor. Él lo dio todo por nosotros, y Se sigue dando
con Su Cuerpo y con Su Sangre, todos los días por nosotros, en la celebración
Eucarística y a través de la recepción de los Sagrados Sacramentos, única y
exclusivamente por Amor a todos nosotros.
Aunque no todos, pueden pagar la gran deuda
de Amor, sólo aquellos que viven de espaldas al mundo y de cara a Él, pueden
pagar la deuda, con sacrificios hechos por amor, practicando la misericordia
espiritualmente, a través de la oración, permaneciendo ante Él, el tiempo que
podamos, en las Exposiciones Eucarísticas o ante el Sagrario, o compartiendo
con Él, la rememoración de Su Sacrificio en la Eucaristía.
Pero la misericordia espiritual, no está sólo
destinada al pago de la deuda de Amor. Jesús “para las almas que se afligen por
no tener bienes materiales, para practicar con ellos la misericordia”, les dice
que el mérito más grande lo tiene la misericordia espiritual, que no necesita
de nada material, y que es “accesible a cualquier alma”
Jesús nos conmina a practicar la
misericordia; porque el alma que no la practique, tampoco la “conseguirá en el
día del juicio”. Y nos aconseja y recomienda que acumulemos los tesoros
eternos, para no ser juzgados.
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