Si hasta ahora hemos conocido un cúmulo de
dones y gracias que Jesús a puesto a nuestra disposición, no sólo para nuestra
salvación, sino que también, y a través nuestro, con la oración confiada y
frecuente de la Coronilla y de la Hora de la Misericordia, podamos colaborar
con Él, en la salvación de todos los hombres y mujeres que poblamos la faz de
la tierra.
La Fiesta de la Misericordia es el culmen de
todas las bendiciones que Jesús en Su Infinita Bondad y Amor Eterno, ha
dispuesto para todos nosotros.
Pero, cómo surge y cómo celebrar ésta importante Fiesta; en qué consiste y qué nos
ofrece Jesús; lo veremos a continuación.
Esta Fiesta está estrechamente vinculada a la
Veneración de la Imagen, que Jesús mandó pintar con un pincel a Santa Faustina,
según el Modelo que estaba viendo.
De hecho ambos comparten un mismo apartado
prácticamente al comienzo del Diario, en el que Jesús manifiesta en D.- 49: Deseo que haya una Fiesta de la
Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con pincel, sea bendecida con
solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo
debe ser la Fiesta de la Misericordia.
Ambas peticiones Jesús las manifiesta el 22 Febrero
de 1931. Ignoro en que fecha coincidía el primer domingo después de la Pascua
de Resurrección de ése año, pero humanamente era imposible, que Santa Faustina
consiguiera esos objetivos que Jesús Le dijo.
Primero, porque ella carecía de cualidades y medios
económicos para pintar la Imagen, por lo tanto no se podía poner manos a la
obra de forma inmediata. Por el voto de Obediencia, estaba obligada a contar
con el permiso de la Superiora y con los recursos económicos de la Congregación
que eran bastante escasos. Y después de todo esto había que encontrar un pintor
que aceptara el reto de pintar una imagen, que él no había visto, ni iba a ver,
y que por lo tanto debería realizar la obra únicamente con las indicaciones
verbales que Santa Faustina le dijera.
Segundo porque Nuestra Santa Madre Iglesia,
éste tipo de manifestaciones e indicaciones, las recibe con mucha calma y suma
prudencia, como es lógico, y es de desear en estos casos, para salvaguardar los
principios fundamentales de nuestra fe.
Jesús conocía muy bien todos éstos procesos,
y aun así imprime una cierta premura y urgencia, para que Sus peticiones se
lleven a cabo en poco espacio de tiempo.
No es propio de Jesús, encomendar tareas o
misiones que superen las cualidades, las fuerzas, los conocimientos, los
recursos, de las personas a las que se las encomienda.
Y aunque en éste caso así parece que sea.
Sinceramente creo que es más bien una manifestación Suya, de la importancia y
de la urgencia, que para Él y para nosotros tiene la Veneración de Su Imagen y
la celebración anual de la Fiesta de la Misericordia, como Él Mismo lo
manifestará a lo largo del Diario. No quiere que se pierda ni un solo segundo
en llevar a cabo Sus peticiones.
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