domingo, 6 de mayo de 2012

CONOCER A JESUS - CAP. 11

Esa… ¡¡¡Felicidad en estado puro!!!... está al alcance de todas las almas, sin excepción.

Jesús termina el apartado (D. 1448) con éstas palabras: Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esa alma en toda su plenitud. Oh infelices que no disfrutan de este milagro de la Divina Misericordia; lo pedirán en vano cuando sea demasiado tarde.

¡No seamos infelices! El tiempo que Dios nos concede, para vivir nuestras vidas en éste mundo, y podamos así, elevar nuestras almas hacia Él, es el tiempo de la Misericordia.

Una vez que se cruce el umbral de la puerta de la muerte, y el alma contemple la realidad existencial de la Vida, y de la muerte Eterna, por mucho que pida y suplique la Misericordia Divina, lo pedirá en vano, ya será demasiado tarde…

El alma que vive apegada a la “felicidad ficticia” que éste mundo ofrece, se asemeja a la que caminando por el desierto, cree que los Oasis que Dios pone en su camino son falsos, y gasta inútilmente su energía y su fuerza en pos de los magníficos y espectaculares oasis, que las alucinaciones le presentan.

Tomemos conciencia de ello. ¡No seamos infelices! Reposemos, descansemos y reparemos nuestras fuerzas y nuestras energías, en los Oasis de la Misericordia que Dios a puesto a nuestro alcance, para que ninguna de sus queridísimas almas se pierda.

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