“Queridos hijos, mi vida terrena era simple: amaba y me hacían feliz las
pequeñas cosas; amaba la vida, don de Dios, aunque los dolores y sufrimientos
traspasaban mi Corazón. Hijos míos, tenía la fuerza de la fe e ilimitada
confianza en el amor de Dios. Todos los que tienen la fuerza de la fe son más
fuertes. La fe te hace vivir en lo justo, y entonces la luz del amor divino
llega siempre en el momento deseado. Esta es la fuerza que sostiene en el dolor
y en el sufrimiento. Hijos míos, orad por la fuerza de la fe, confiad en el
Padre Celestial y no tengáis miedo. Sabed que ninguna criatura de Dios se
perderá, sino que vivirá para siempre. Todo dolor tiene su fin y después
comienza la vida en libertad, allí donde todos mis hijos vienen, donde todo
retorna. Hijos míos, vuestra lucha es dura, lo será todavía más, pero
vosotros seguid mi ejemplo. Orad por la fuerza de la fe, confiad en el amor del
Padre Celestial. Yo estoy con vosotros, yo me manifiesto a vosotros, yo os
animo. Con inmenso amor maternal acaricio vuestras almas. Os doy las gracias
-HERMANDAD DE LA MISERICORDIA DIVINA- "Jesús, en Ti confío, en estas palabras se resume la fe del cristiano, que es la fe en la Omnipotencia del amor misericordioso de Dios" (Benedicto XVI) "Sed apóstoles de la Divina Misericordia" (Beato Juan Pablo II) *LA HUMANIDAD NO CONSEGUIRÁ LA PAZ HASTA QUE NO SE DIRIJA CON CONFIANZA A MI MISERICORDIA* (D. 300) (D. ---) [Diario, La Divina Misericordia en mi alma, de Santa María Faustina Kowalska. Editado por: Ediciones Levántate.]
lunes, 19 de marzo de 2018
lunes, 5 de marzo de 2018
+ MENSAJE DE LA VIRGEN EN MEDJUGORJE 02-03-18
“Queridos hijos, grandes obras ha hecho en mí el Padre
Celestial, como las hace en todos aquellos que tiernamente lo aman y le sirven
con fe. Hijos míos, el Padre Celestial os ama y por su amor yo estoy aquí con
vosotros. Él os habla, ¿por qué no queréis ver los signos? Con Él todo es más
fácil: el dolor vivido con Él se vuelve más tenue porque existe la fe. La fe
ayuda en el dolor y sin la fe el dolor lleva a la desesperación. El dolor
vivido y ofrecido a Dios enaltece. ¿Acaso no ha sido mi Hijo quien por su
doloroso sacrificio ha salvado el mundo? Como Madre suya estaba con Él en el
dolor y en el sufrimiento, como estoy con todos vosotros. Hijos míos, estoy con
vosotros en la vida, en el dolor, en el sufrimiento, en la alegría y en el
amor. Por eso tened esperanza. La esperanza hace comprender que la vida está
ahí. Hijos míos yo os hablo, mi voz habla a vuestra alma, mi Corazón habla a
vuestro corazón. ¡Oh apóstoles de mi amor!, cuánto os ama mi Corazón materno,
cuántas cosas deseo enseñaros. Cuánto desea mi Corazón materno que estéis
completos, y podéis estarlo solamente cuando en vosotros el alma, el cuerpo y
el amor estén unidos. Os ruego, como hijos míos: orad por la Iglesia y sus
servidores —vuestros pastores; que la Iglesia sea como mi Hijo la desea: pura
como agua de manantial y llena de amor. ¡Os doy las gracias!”
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