Estamos inmersos en el Espíritu Santo, que abraza
cotidianamente el tiempo de nuestra vida. El Espíritu Creador resucita y
hace nuevas las cosas todos los días y hoy la creación nueva que
realiza somos nosotros.
Dios quiere entrar en la raíz de nuestra
historia, en los momentos de nuestra vida pasada, y a menudo herida
porque el encuentro con Él es la semilla de una creación nueva, es la
primavera permanente del corazón. Cuando voy al mar me gusta ponerme la
máscara para ver en lo profundo: a veces hay rocas que sobresalen del
agua, pero después miro abajo del agua y veo que hay una montaña que no
termina más. Nuestras raíces también son así: somos sólo pobres y
pequeñas criaturas pero en la raíz de nuestra existencia, primero que
todo, está la grandeza del Espíritu Santo que es amor.Por esto tomemos
nuestra vida en nuestras manos y démonos cuenta de que es un don
precioso, reconozcamos la profunda nostalgia de amar que llevamos en lo
más íntimo, porque nacimos del amor. No traicionemos esta aspiración
profunda de nuestra existencia. Las resistencias escondidas que
muchas veces tenemos, que callamos y negamos, las vencemos si nos
abrimos a Dios con libertad y coraje: se va el miedo y descubrimos en la
fe que tenemos un corazón que late para los demás, una vida capaz de
entregarse en la gratuidad, en la pureza y en la fidelidad. Si no
habitamos y vivimos en el amor, nos perdemos viviendo por las cosas, por
cualquier cosa fuera de nosotros: una buena posición social, un trabajo
para hacer carrera, el dinero, el poder...pero nuestra verdadera
realización es amar; si uno no ama no vive su razón de ser ¡ permanece
incompleto, permanece en la muerte! Por esto necesitamos vivir nuestra
vida en la luz de la fe. La fe despierta la caridad y hace la vida
dinámica y auténtica: ¡vida que actúa, que sirve, que se dona! A menudo
les digo a los jóvenes que esta es la verdadera sanación del corazón:
cuando pasamos de “mendigar”, como pobres “pordioseros” el amor de los
otros a saber darlo. El amor no es hacer una limosna, dar algo, es
darse a sí mismo gratuitamente en el servicio. Haciéndolo, te das cuenta
que lo que haces por los demás es un bien primero que nada, para ti, se
enciende una nueva luz en tu interior.Nosotros hemos creído en el amor
de Dios para nosotros y continuamos creyendo, porque sólo el encuentro
con Él, cambia el corazón, la mente y la vida del hombre, y nosotros
este milagro de la vida que renace lo vemos con nuestros propios ojos
desde hace muchos años. La fe es creer que Dios actúa dentro nuestro, y
verlo, no sólo sentirlo: son personas concretas las que cambian, jóvenes
que deciden perdonar y perdonarse, familias que recomienzan a esperar,
ojos y rostros que vuelven a brillar después de muchos años pasados en
la oscuridad. Este es el milagro del amor de Dios, que genera en
nosotros el deseo de amar. El mundo tiene sed de este amor verdadero,
los jóvenes de hoy buscan el amor limpio y nosotros podemos darlo,
comenzando con pequeños gestos concretos: una sonrisa, vivir en paz a
pesar de “nuestras” razones…. Cuando estemos ante la posibilidad de
elegir el bien, ¡hagámoslo!
¡Somos capaces de hacerlo y nos hará felices!Estamos inmersos en el Espíritu Santo, que abraza
cotidianamente el tiempo de nuestra vida. El Espíritu Creador resucita y
hace nuevas las cosas todos los días y hoy la creación nueva que
realiza somos nosotros.
Dios quiere entrar en la raíz de nuestra
historia, en los momentos de nuestra vida pasada, y a menudo herida
porque el encuentro con Él es la semilla de una creación nueva, es la
primavera permanente del corazón. Cuando voy al mar me gusta ponerme la
máscara para ver en lo profundo: a veces hay rocas que sobresalen del
agua, pero después miro abajo del agua y veo que hay una montaña que no
termina más. Nuestras raíces también son así: somos sólo pobres y
pequeñas criaturas pero en la raíz de nuestra existencia, primero que
todo, está la grandeza del Espíritu Santo que es amor.Por esto tomemos
nuestra vida en nuestras manos y démonos cuenta de que es un don
precioso, reconozcamos la profunda nostalgia de amar que llevamos en lo
más íntimo, porque nacimos del amor. No traicionemos esta aspiración
profunda de nuestra existencia. Las resistencias escondidas que
muchas veces tenemos, que callamos y negamos, las vencemos si nos
abrimos a Dios con libertad y coraje: se va el miedo y descubrimos en la
fe que tenemos un corazón que late para los demás, una vida capaz de
entregarse en la gratuidad, en la pureza y en la fidelidad. Si no
habitamos y vivimos en el amor, nos perdemos viviendo por las cosas, por
cualquier cosa fuera de nosotros: una buena posición social, un trabajo
para hacer carrera, el dinero, el poder...pero nuestra verdadera
realización es amar; si uno no ama no vive su razón de ser ¡ permanece
incompleto, permanece en la muerte! Por esto necesitamos vivir nuestra
vida en la luz de la fe. La fe despierta la caridad y hace la vida
dinámica y auténtica: ¡vida que actúa, que sirve, que se dona! A menudo
les digo a los jóvenes que esta es la verdadera sanación del corazón:
cuando pasamos de “mendigar”, como pobres “pordioseros” el amor de los
otros a saber darlo. El amor no es hacer una limosna, dar algo, es
darse a sí mismo gratuitamente en el servicio. Haciéndolo, te das cuenta
que lo que haces por los demás es un bien primero que nada, para ti, se
enciende una nueva luz en tu interior.Nosotros hemos creído en el amor
de Dios para nosotros y continuamos creyendo, porque sólo el encuentro
con Él, cambia el corazón, la mente y la vida del hombre, y nosotros
este milagro de la vida que renace lo vemos con nuestros propios ojos
desde hace muchos años. La fe es creer que Dios actúa dentro nuestro, y
verlo, no sólo sentirlo: son personas concretas las que cambian, jóvenes
que deciden perdonar y perdonarse, familias que recomienzan a esperar,
ojos y rostros que vuelven a brillar después de muchos años pasados en
la oscuridad. Este es el milagro del amor de Dios, que genera en
nosotros el deseo de amar. El mundo tiene sed de este amor verdadero,
los jóvenes de hoy buscan el amor limpio y nosotros podemos darlo,
comenzando con pequeños gestos concretos: una sonrisa, vivir en paz a
pesar de “nuestras” razones…. Cuando estemos ante la posibilidad de
elegir el bien, ¡hagámoslo!
¡Somos capaces de hacerlo y nos hará felices!
http://www.comunitacenacolo.it/viewprimopiano.asp?idlingua=6&keypagina=5892
-HERMANDAD DE LA MISERICORDIA DIVINA- "Jesús, en Ti confío, en estas palabras se resume la fe del cristiano, que es la fe en la Omnipotencia del amor misericordioso de Dios" (Benedicto XVI) "Sed apóstoles de la Divina Misericordia" (Beato Juan Pablo II) *LA HUMANIDAD NO CONSEGUIRÁ LA PAZ HASTA QUE NO SE DIRIJA CON CONFIANZA A MI MISERICORDIA* (D. 300) (D. ---) [Diario, La Divina Misericordia en mi alma, de Santa María Faustina Kowalska. Editado por: Ediciones Levántate.]
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