jueves, 26 de enero de 2012

¡JESUS, SE PRESENTA ANTE NOSOTROS! PARTE I

¡JESÚS, SE PRESENTA ANTE NOSOTROS!

 ¡Convertíos y creed en el Evangelio! Esta llamada, que hemos leído en el Nuevo Testamento, y oímos con frecuencia en la Santa Misa, a lo largo del año Litúrgico, y muy especialmente en el tiempo de Cuaresma; sigue resonando en el fondo de las revelaciones que Jesús dio a Santa Faustina 1900 años después de su Ascensión al Cielo, unas veces con fuerza, otras con tristeza, muchas con esperanza, y en todas ellas, se percibe un anhelo apremiante y amoroso, de que todos, sin excepción, confiemos en Él, plenamente, sin excusas ni demoras. Que nada de lo que el mundo ofrece, vale la pena, porque todo es pasajero, intrascendente y sin valor para Él.
Ser cristiano, no es simplemente estar bautizado, haber recibido la primera Comunión y el Sacramento de la Confirmación; recibir los Sagrados Votos Religiosos; o el Sacramento del Orden Sacerdotal; o creer firmemente en las verdades fundamentales de la Fe cristiana contenidas en el Credo; y además de todo esto, recibir con frecuencia el Sacramento de la Reconciliación; o asistir con asiduidad a la Santa Misa y recibir la Comunión.

Jesús en Sus revelaciones, no pone ninguna objeción a lo expuesto anteriormente, como es lógico, todo lo dispuso Él, en el Evangelio; y a sido desarrollado a lo largo de los siglos por nuestra Santa Madre Iglesia; lo que pide, a veces parece incluso, que nos lo suplica, es que hay que llevarlo a cabo de todo corazón, con una total confianza en Él, que nos dejemos llevar de Su mano para que todo lo hagamos por amor a nuestros prójimos y por amor a Él. Sí por amor a Él. Pero ¿cómo se puede amar a alguien que no hemos visto, que no hemos hablado directamente con él, en fin que no le conocemos a fondo? ¡Claro! que sabemos que es el Hijo de Dios, que bajó del Cielo, que renunciando a su condición divina, se hizo hombre, y durante treinta años, vivió en el hogar de José y María, que posiblemente trabajó de carpintero, y que una vez iniciada su vida pública, en los evangelios aparecen numerosos milagros y enseñanzas en forma de parábolas no siempre fáciles de comprender, y discusiones con las castas sacerdotales que no aceptaban Sus enseñanzas; y que todo acabó con su dolorosa Pasión y Muerte, dando cumplimiento a lo escrito por los profetas en el Antiguo Testamento. Y que con su Resurrección y Ascensión a los Cielos después de entregar al Espíritu Santo a sus discípulos les dijo: “Id por todo el mundo y enseñad el Evangelio”

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