miércoles, 20 de mayo de 2015

+ “Venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados y Yo os aliviaré”


Soy devoto de la Misericordia Divina desde hace años, no sabría decir cómo llegó la primera Imagen de Jesús Misericordioso a mi mano, ni quién tuvo la bondad de dármela, o de ponerla a mi alcance; sólo sé que fue en el año 1990.

También recuerdo, que tiempo después, observé en el reverso de la Imagen, el rezo de la Coronilla y la oración de la Hora de la Misericordia, y que ésas Imágenes las distribuían las Religiosas Salesas de Burgos.

Me puse en contacto con ellas, para solicitar información más exhaustiva sobre la Devoción. Muy amablemente, me enviaron unos trípticos con una información más amplia, en la que se incorporaba la Novena a la Misericordia Divina; novena que comencé el primer Viernes Santo que llegó. Así lo hice durante varios años y así fue como empezó a desarrollarse el germen de mi devoción.
Un día tomé la decisión de comprar y leer el libro "Diario, la Misericordia Divina en mi alma" de Santa Faustina Kowalska.

La primera vez que lo leí, fue con cierta avidez, mezcla de una ansiedad por conocer la Devoción y a la vez una necesidad imperiosa de que nada importante se me pasara por alto.

Cuando terminé la última página del libro, estaba tan sobrecogido, impresionado, deslumbrado y aturdido, que no tuve mejor solución que dejar unos días el libro en la estantería, para ver que podía hacer.

Una vez superadas esas impresiones descritas, decidí hacer una lectura más tranquila y reposada del libro; incorporé a mis oraciones diarias el rezo de la Coronilla y la oración de la Hora de la Misericordia.

Con posterioridad, empecé a percibir que cuanto más tiempo dedicaba a Jesús, más se ocupaba Él de mí. Percatarme de esto, fue muy conmovedor y alentador para mí.

Decidí hacer una tercera lectura del libro. Y al finalizar ésta, sentí el impulso y la necesidad de divulgar y compartir, con todos ésta maravillosa devoción.

Han pasado más de  veinte y cinco años en todo éste proceso que he descrito.

He pasado por situaciones muy difíciles y dolorosas que me han llevado en ocasiones al límite de mis fuerzas, de mi comprensión, de mi paciencia y del dolor emocional y físico; pero puedo decir con un profundo y sincero agradecimiento al Rey del Amor y de la Misericordia, que de todas ellas me ha sacado con Su mano siempre tendida, siempre llena de Amor; siempre tendida y llena de Amor para todos.

En este mundo imperfecto en el que nos ha tocado vivir, da igual lo que hagamos o cómo nos comportemos, los problemas, las dificultades y los sufrimientos "NUNCA FALTAN".

Y sólo hay dos formas de afrontarlos: con nuestras limitadas fuerzas y capacidades o depositándolos en las manos amorosas de Nuestro Hermano, Nuestro Salvador.

Él, que un día nos dijo que Dios es Nuestro Padre; Él, que otro día nos dio las Bienaventuranzas; Él, que en una ocasión dijo: "Venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados y Yo os aliviaré".

Él, que está siempre ahí esperando a que digamos con todo nuestro corazón "JESÚS, EN TI CONFÍO"

No hay comentarios:

Publicar un comentario