+ FIESTA DE LA MISERICORDIA - CAP. 11

Aunque depende de nosotros cómo nos presentemos ante Él, una vez superado el trance de la muerte corporal; Jesús, el Buen Pastor, no se cansa nunca de llamarnos, de indicarnos el buen camino, de decirnos donde está la tabla de salvación que nos permitirá superar el abismo que entre Él y nosotros ha abierto el peso de nuestras decisiones equivocadas.

En el apartado D. 998 Jesús dice: Deseo que Mi misericordia sea venerada; le doy a la humanidad la última tabla de salvación, es decir, el refugio en Mi misericordia. Mi corazón se regocija de esta Fiesta.

Jesús manifiesta una vez más el deseo de que Su Misericordia sea venerada, con los instrumentos que Él Mismo nos ha facilitado. Él lo ha puesto todo y nos lo ha dado, sólo espera de nosotros que nos fijemos en Él, que escuchemos Sus palabras, que sigamos Sus instrucciones, perfectamente reflejadas por Santa Faustina en su Diario y confiemos plenamente en Él.

Si así lo hacemos, entraremos en el refugio de Su Misericordia, donde podremos descansar, dejando el peso de todo el mal que hemos causado y de todo el bien que pudiendo hacer no hicimos. Un refugio donde nos escuchará, nos perdonará, nos reconciliará con Él, nos curará las heridas del corazón y del espíritu, sentiremos Su Misericordia, aprenderemos a ser misericordiosos…

Y siendo misericordiosos, cuando vayamos a Su encuentro, a celebrar con alegría y confianza, el Domingo de la Fiesta de la Misericordia, compartirá con nosotros Su alegría y Su satisfacción.