miércoles, 8 de mayo de 2013

+ DIVULGACIÓN - CAP. 5


La salvación y la santificación de las almas es el principal objetivo de Jesús, por eso bajó del Cielo, y cumpliendo la voluntad de nuestro Padre Dios, murió en la Cruz, para demostrarnos que la fuerza y el poder del Amor de Dios es inmensamente superior al poder del pecado, del mal y de la muerte.

Él nunca se ha rendido ni se rendirá jamás, como Buen Pastor, no quiere perder ningún alma de las que Dios le ha dado.

En el apartado D. 975.- escribe santa Faustina: Hoy escuché estas palabras: Ruega por las almas para que no tengan miedo de acercarse al tribunal de Mi misericordia. No dejes de rogar por los pecadores. Tú sabes cuánto sus almas pesan sobre Mi corazón; alivia Mi tristeza mortal; prodiga Mi misericordia.

Y en D. 1032.- Durante la Santa Misa vi al Señor Jesús clavado en la cruz, entre grandes sufrimientos. Un silencioso gemido salía de su Corazón, un momento después dijo: Deseo, deseo la salvación de las almas; ayúdame, hija Mía, a salvar almas. Une tus sufrimientos a Mi Pasión y ofrécelos al Padre Celestial por los pecadores.

Él nos anima constantemente a participar en Su proyecto de salvación y santificación de todas las almas, pidiendo que no dejemos de rogar por los pecadores, que prodiguemos Su Misericordia, que Le ayudemos a salvar almas, que digamos al mundo que Él es el Amor y la Misericordia Mismos, que ningún alma tenga miedo de acercarse a Su Misericordia; y que hagamos todo lo que esté en nuestro poder, con la tranquilidad y la seguridad, de que Jesús Mismo suplirá lo que nos falte.

D. 1074.- Cuando fui a la adoración escuché estas palabras: Hija Mía amada, apunta estas palabras: Mi Corazón ha descansado hoy en este convento. Habla al mundo de Mi misericordia, de Mi amor.

Me queman las llamas de la misericordia, deseo derramarlas sobre las almas de los hombres. Oh, que dolor Me dan cuando no quieren aceptarlas.

Hija Mía, haz lo que esté en tu poder para difundir la devoción a Mi misericordia. Yo supliré lo que te falta. Dile a la humanidad doliente que se abrace a Mi Corazón misericordioso y Yo la llenaré de paz.

Di, hija Mía que soy el Amor y la Misericordia Mismos. Cuando un alma se acerca a Mí con confianza, la colmo con tal abundancia de gracias que ella no puede contenerlas en sí misma, sino que las irradia sobre otras almas.

A los que deciden confiar y divulgar la Veneración a la Misericordia Divina, Jesús les dice:

D. 1075.- A las almas que propagan la devoción a Mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa [protege] a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso. En esta última hora el alma no tiene nada en su defensa fuera de Mi misericordia. Feliz el alma que durante la vida se ha sumergido en la Fuente de la Misericordia, porque no la alcanzará la justicia.

Hagamos nuestra, la oración que Santa Faustina escribió en el apartado D. 783.- Oh Jesús mío, transfórmame en Ti con el poder de Tu amor, para que sea un digno instrumento para proclamar Tu misericordia.

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