La salvación y la santificación de las almas
es el principal objetivo de Jesús, por eso bajó del Cielo, y cumpliendo la
voluntad de nuestro Padre Dios, murió en la Cruz, para demostrarnos que la
fuerza y el poder del Amor de Dios es inmensamente superior al poder del
pecado, del mal y de la muerte.

En el apartado D. 975.- escribe santa
Faustina: Hoy escuché estas palabras: Ruega
por las almas para que no tengan miedo de acercarse al tribunal de Mi
misericordia. No dejes de rogar por los pecadores. Tú sabes cuánto sus
almas pesan sobre Mi corazón; alivia Mi tristeza mortal; prodiga Mi
misericordia.
Y en D. 1032.- Durante la Santa Misa vi al
Señor Jesús clavado en la cruz, entre grandes sufrimientos. Un silencioso
gemido salía de su Corazón, un momento después dijo: Deseo, deseo la salvación de las almas; ayúdame, hija Mía, a salvar
almas. Une tus sufrimientos a Mi Pasión y ofrécelos al Padre Celestial por
los pecadores.
Él nos anima constantemente a participar en
Su proyecto de salvación y santificación de todas las almas, pidiendo que no
dejemos de rogar por los pecadores, que prodiguemos Su Misericordia, que Le
ayudemos a salvar almas, que digamos al mundo que Él es el Amor y la
Misericordia Mismos, que ningún alma tenga miedo de acercarse a Su
Misericordia; y que hagamos todo lo que esté en nuestro poder, con la tranquilidad
y la seguridad, de que Jesús Mismo suplirá lo que nos falte.
D. 1074.- Cuando fui a la adoración escuché
estas palabras: Hija Mía amada, apunta
estas palabras: Mi Corazón ha descansado hoy en este convento. Habla al mundo
de Mi misericordia, de Mi amor.
Me queman las
llamas de la misericordia, deseo derramarlas sobre las almas de los hombres.
Oh, que dolor Me dan cuando no quieren aceptarlas.
Hija Mía, haz
lo que esté en tu poder para difundir la devoción a Mi misericordia. Yo supliré
lo que te falta. Dile a la humanidad doliente que se abrace a Mi Corazón
misericordioso y Yo la llenaré de paz.
Di, hija Mía
que soy el Amor y la Misericordia Mismos. Cuando un alma se acerca a Mí con
confianza, la colmo con tal abundancia de gracias que ella no puede contenerlas
en sí misma, sino que las irradia sobre otras almas.
A los que deciden confiar y divulgar la
Veneración a la Misericordia Divina, Jesús les dice:
D. 1075.- A las almas que propagan la devoción a Mi misericordia, las protejo
durante toda su vida como una madre cariñosa [protege] a su niño recién nacido y a la hora de
la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso. En esta última
hora el alma no tiene nada en su defensa fuera de Mi misericordia. Feliz el
alma que durante la vida se ha sumergido en la Fuente de la Misericordia,
porque no la alcanzará la justicia.
Hagamos nuestra, la oración que Santa
Faustina escribió en el apartado D. 783.- Oh Jesús mío, transfórmame en Ti con
el poder de Tu amor, para que sea un digno instrumento para proclamar Tu
misericordia.
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