jueves, 11 de junio de 2015

+ LOS DOS RAYOS

Cierto día el confesor de Santa Faustina, le mandó preguntar al Señor Jesús por el significado de los dos rayos que están en esta imagen. La respuesta que recibió durante la oración fue: Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas…Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios. (D. 299)

Jesús, pone a nuestro alcance los rayos que justifican y dan vida a las almas. Los ofrece como refugio seguro y confortable,  para que la justa mano de Dios, no nos alcance. Y deja a nuestro libre criterio el aceptar esa disponibilidad Suya, o no.

Pero tierna y dulcemente nos dice: Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese recipiente es esta imagen con la firma: Jesús, en Ti confío. (D. 327) Nos asegura que: Por medio de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por eso que cada alma tenga acceso a ella.

A cambio de todo esto, sólo pide una cosa, que libremente nos decidamos a confiar definitivamente en Él. No encontrará alma ninguna la justificación hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia. (D. 570)

La veneración de su Imagen, es fundamental para la divulgación de la Misericordia divina. El 10 XI [1937], Jesús, hizo saber interiormente a Santa Faustina que: Ya muchas almas han sido atraídas a Mi amor por esta imagen. Mi misericordia actúa en las almas mediante esta obra. (D. 1379)

Nuestro querido San Juan Pablo II (1920-2005), durante su pontificado fue el mayor divulgador de la veneración a la Misericordia Divina. Distribuyó millones de estampas con la Imagen de Jesús Misericordioso, en las que puso este consejo: “Sed apóstoles de la Divina Misericordia”.

Si un Papa, Mariano por excelencia, concedió tanta importancia a esta veneración, hasta el punto de que en la Canonización de la Beata Mª Faustina Kowalska, exclamó: “¡Sacerdotes, haced de la Divina Misericordia vuestro programa sacerdotal en este tiempo necesitado como nunca!”; es evidente que conocía en profundidad todo lo expresado e indicado por Jesús a Santa Faustina, y que tenía plena confianza en Jesús Misericordioso.


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