sábado, 6 de junio de 2015

+ "PINTA UNA IMAGEN SEGÚN EL MODELO QUE VES"

Para facilitarnos la tarea de conocerle más a fondo, y así podamos amarle con más intensidad; Jesús se manifiesta a Santa Faustina y a toda la humanidad, con un diálogo cercano, sencillo, clarificador y lleno de Amor.

Con posterioridad el 22 de Febrero de 1931, se aparece a Santa Faustina en su celda, y le dice: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma “Jesús, en Ti confío”. Deseo que ésta imagen sea venerada primero en vuestra capilla y luego en el mundo entero. (D. 47)

Jesús se da a conocer con su Imagen, Divina-Humana, a Santa Faustina; y quiere darse a conocer, “en modo visible”, al mundo entero; y lo hace viniendo a nuestro encuentro una vez más, como reflejan sus pies uno delante del otro; con la mano derecha bendiciendo a quien sale a su encuentro y le mira; y con la mano izquierda ligeramente su túnica con el pulgar y el índice mostrando la Luz divina que rebosa de su Sagrado Corazón; y que una vez ha salido, se convierte en dos rayos, uno pálido y otro rojo, que simbolizan la sangre y el agua, que salieron de su cuerpo, después de ser traspasado su costado por la lanza del soldado romano.

Aunque camina con la cabeza erguida, sus ojos miran  hacia abajo, como clamando humildemente, dejando a un lado una vez más, su condición divina, que viene a iluminar de nuevo este mundo de tinieblas, que viene al encuentro de todos, justos y pecadores, que su Luz y su Bendición es para todos sin excepción y como veremos más adelante, con una predilección muy especial por los pecadores, para que ninguno se pierda.

Y como colofón final de tan portentoso y maravilloso acontecimiento, exige que la Imagen lleve, como firma, y no como inscripción, estas palabras: “Jesús, en Ti confío”.

Parece que Jesús, utilizando un formato contractual Divino, quiere dejar claro, en un plano humano, que quien confíe plenamente en Él, será asistido y acogido en su Misericordia Divina.

Para dejar plena constancia de ello a continuación dijo: “Prometo que el alma que venere esta Imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como Mi gloria” (D. 48)

A continuación, para reafirmar la importancia de su Imagen, a modo de compromiso, le dice: “Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta Imagen que pintarás con pincel, sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia. (D. 49)

Y como broche final de su aparición, dice: “Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia que tengo a las almas pecadoras. Que el pecador no tenga miedo de acercarse a Mí. Me queman las llamas de la misericordia, deseo derramarlas sobre las almas humanas.

Jesús se quejó con estas palabras: La desconfianza de las almas desgarra Mis entrañas. Aún más Me duele la desconfianza de las almas elegidas; a pesar de Mi amor inagotable no confían en Mí. Ni siquiera Mi muerte ha sido suficiente para ellas. ¡Ay de las almas que abusen de ella! (D. 50)

Queda claro que la Imagen no es un hecho anecdótico, sino que es una parte fundamental de su plan; no es algo que vaya destinado para el culto personal de Santa Faustina o para su Congregación; no, ha de ser venerada primero en su capilla, eso sí; pero inmediatamente después, en todas las Iglesias; debe ser venerada en el mundo entero, tiene que estar a la vista de todos.

Para ello, Él, necesita de la ayuda de sus representantes o sustitutos en la tierra, los sacerdotes; manifiesta claramente la necesidad de que la Santa Madre Iglesia, que Él fundó, se sienta copartícipe, como no podía ser de otra manera, que se responsabilice de la divulgación de la Veneración a la Misericordia Divina.

Por eso desde un principio, quiere que la Imagen sea, no solamente bendecida, sino que además, ha de serlo con solemnidad; y no un día cualquiera, no, tiene que ser el día por excelencia del Señor, un domingo, y no cualquier domingo, no, tiene que ser el primer domingo después de la Pascua de Resurrección.

Si el domingo de la Pascua de Resurrección, es una explosión de alegría y de júbilo para todos los cristianos; Él quiere que el siguiente domingo, todos, participemos en la celebración de una fiesta, la Fiesta por excelencia, la ¡Fiesta de la Misericordia!, donde Su Imagen ha de ocupar una lugar muy destacado; para que todos podamos venerarla y con fe y confianza, podamos decirle: “Jesús, en Ti confío”.

Con ésa firma que Jesús dispuso para el pie de Su Imagen, quiere dejar de una manera muy sencilla y a la vez rotunda, que la cláusula fundamental de su compromiso, es la  confianza plena, en Él, de todos: justos, pecadores y almas elegidas.

Sin confianza, es imposible para el ser humano, mantener una relación personal, sana, eficaz, vital y duradera. Eso es lo que Jesús necesita, para poder realizar su obra en nosotros; porque todos necesitamos, aunque no seamos conscientes de ello, de Su Misericordia Divina.

Los justos y las almas elegidas, porque creen que ya hacen lo correcto o lo suficiente; y los pecadores, porque creen que no se la merecen, porque piensan que el peso de sus pecados es mayor, que la Misericordia de Dios ¡Qué equivocados estamos todos!


No hay comentarios:

Publicar un comentario