En ésta misión que Jesús encomienda a Santa
Faustina, los sacerdotes tienen un papel importantísimo y fundamental, son los
primeros destinatarios de las palabras de Jesús.
Palabras que han de acoger y hacer suyas, como
representantes y sustitutos que son de Jesús en éste mundo, y llevarlas a todas
las almas.
Han de procurar estimular y promover la
Veneración a la Misericordia Divina, y facilitar el culto a la Imagen que Jesús
mandó pintar a Santa Faustina, según el Modelo que estaba viendo, y exponerla
públicamente en las Iglesias, para que todas las almas tengan acceso a ella.
Han de seguir el ejemplo del Beato Rev. P.
Miguel Sopócko, que entendió desde el primer momento cuál era la misión que los
sacerdotes estaban destinados a realizar en la Obra de la Misericordia Divina.
El Beato P. Sopócko, facilitó el pintor a
Santa Faustina; sufragó con su propio dinero el trabajo del cuadro. Cuando la
Imagen fue llevada al Convento se colocó en la Capilla, pero Jesús manifestó Su
deseo de que en lugar de la Capilla se expusiera públicamente en la Iglesia, y
así lo hizo el Beato P. Sopócko.
Cuando conoció la oración de la Coronilla, y
todas las gracias y dones que Jesús ofrecía a través de la misma, de inmediato
diseñó y mandó imprimir estampas y folletos divulgativos, para distribuirlos a
los fieles.
En fin hizo de la Misericordia Divina, su principal
misión sacerdotal durante el resto de su vida, convirtiéndose así en el primer
gran divulgador de la misma.
Eso es lo que Jesús pide y espera de Sus
sacerdotes, apertura y disponibilidad total para acoger y entender Quién es la
Misericordia Divina, que nos ofrece y porqué es nuestra última tabla de
salvación.
Nuestro querido Beato Juan Pablo II, también
acogió y entendió lo que conlleva la Veneración a la Misericordia Divina, desde
su Arzobispado en Cracovia, la impulsó y revitalizó. Inició el proceso de
Beatificación de María Faustina Kowalska, y él mismo el 18 de Abril de 1993 en
Roma, tuvo el honor de declarar a la Venerable Sierva de Dios, Sor Faustina
Kowalska “Beata”.

Tres años después el 30 de Abril del 2000, con
motivo de la Canonización de la Beata Mª Faustina Kowalska, Juan Pablo II
afirmó: “ La luz del mensaje de la Divina Misericordia, confiado a Santa
Faustina por Jesucristo, iluminará al hombre del Tercer Milenio” e hizo un
clamoroso llamamiento a todos los sacerdotes diciendo: “¡Sacerdotes, haced de
la Divina Misericordia vuestro programa sacerdotal en este tiempo necesitado
como nunca!”
La devoción a la Virgen María y la Veneración a la
Misericordia Divina, marcaron tanto su vida y su Pontificado, que Dios quiso que
dejara éste mundo, el sábado (día de devoción a la Virgen) 2 de Abril del 2005
a las 21:37 horas, pocos minutos después de finalizada la Misa Vespertina del
Domingo de la Fiesta de la Misericordia Divina, en su apartamento privado.
Su sucesor en el Trono de Pedro, nuestro querido
Benedicto XVI, tuvo la gentil delicadeza de fijar la fecha de la Beatificación
de su predecesor Juan Pablo II, el 1 de Mayo del 2011, “Domingo de la Fiesta de
la Misericordia Divina”.
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