sábado, 12 de enero de 2013

+ RELIGIOSOS Y SACERDOTES - CAP. 3


Confianza plena y abandono total en Su amor, es lo que pide Jesús a todos, pero de manera muy especial, lo pide a esas almas privilegiadas, almas especialmente elegidas por Él, que en un momento determinado de sus vidas, sintiendo Su amorosa llamada, tomaron la decisión de pasar el resto de sus días en éste mundo, ingresando en una Orden Religiosa o recibiendo el Sacramento del Orden Sacerdotal, aceptando así, la importantísima responsabilidad de representar y sustituir al Mismísimo Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo, Redentor y Salvador nuestro.

En el apartado D. 367, Santa Faustina describe con claridad, la disponibilidad permanente de Jesús a conceder sus gracias a todas las almas. En la primera parte del apartado Jesús habla en general a todas las almas. En la segunda parte se dirige a todas las almas elegidas por Él:

En cierta ocasión Jesús me hizo conocer que cuando le ruego por alguna intención que a veces me recomiendan, está siempre dispuesto a conceder sus gracias, pero las almas no siempre quieren aceptarlas. Mi Corazón está colmado de gran misericordia para las almas y especialmente para los pobres pecadores. Oh, si pudieran comprender que Yo soy para ellas el mejor Padre, que para ellas de Mi Corazón ha brotado Sangre y Agua como de una fuente desbordante de misericordia; para ellas vivo en el tabernáculo, como Rey de Misericordia deseo colmar las almas de gracias, pero no quieren aceptarlas. Por lo menos tú ven a Mí lo más a menudo posible y toma estas gracias que ellas no quieren aceptar y con esto consolarás Mi Corazón. Oh, qué grande es la indiferencia de las almas por tanta bondad, por tantas pruebas de amor. Mi Corazón está recompensado solamente con ingratitud, con olvido por parte de las almas que viven en el mundo. Tienen tiempo para todo, solamente no tienen tiempo para venir a Mí a tomar las gracias.

Entonces, Me dirijo a ustedes, a ustedes, almas elegidas, ¿tampoco ustedes entienden el amor de Mi Corazón? Y aquí también se ha desilusionado Mi Corazón: no encuentro el abandono total en Mi amor. Tantas reservas, tanta desconfianza, tanta precaución. Para consolarte te diré que hay almas que viven en el mundo, que Me quieren sinceramente, en sus corazones permanezco con delicia, pero son pocas. También en los conventos hay almas que llenan de alegría Mi Corazón. En ellas están grabados Mis rasgos y por eso el Padre Celestial las mira con una complacencia especial. Ellas serán la maravilla de los ángeles y de los hombres. Su número es muy pequeño, ellas constituyen una defensa ante la Justicia del Padre Celestial e imploran la misericordia por el mundo. El amor y el sacrificio de estas almas sostienen la existencia del mundo. Lo que más dolorosamente hiere Mi Corazón es la infidelidad del alma elegida por Mí especialmente; esas infidelidades son como espadas que traspasan Mi Corazón.

Este lamento por la ingratitud de las almas que en Enero de 1935, expresó Jesús, deberíamos meditarlo en profundidad, con serenidad y con honestidad. Tendríamos que hacer un sincero y profundo examen de conciencia, para intentar discernir cual es el tipo de relación que nuestra alma tiene con Él.

Haciéndolo así podremos saber si nuestra alma se ve reflejada en ese lamento, y a partir de ahí, abrir nuestro corazón a Jesús, arrojarnos con total confianza en Sus manos, recibir con alegría y agradecimiento todas las gracias que Él nos concede y dejarnos conducir por el único Camino que conduce a la Verdad y a la auténtica Vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario