martes, 19 de marzo de 2013

+ DIVULGACIÓN - CAP. 1


Cuando a nuestras manos llega una estampa, un tríptico o un folleto con la Bendita Imagen de Jesús Misericordioso, con la frase a modo de firma a pie de página: “Jesús, en Ti confío”; es difícil quedar indiferente, viendo cómo el Señor de la Luz, se acerca a nosotros para mostrarnos que ante Él, la oscuridad nada puede hacer; que Él es la Luz que quiere guiar nuestros pasos por el Camino que nos conduce a la Casa de Nuestro Padre.

Que nos acerquemos a Él o no, que nos dejemos guiar o no, sólo de nosotros depende; porque Jesús ya se nos ha presentado y sólo espera nuestra decisión.

Si además de sentirnos atraídos por la Imagen, sentimos la curiosidad de ver si hay algo más y damos la vuelta a la estampa o abrimos el tríptico o el folleto, veremos siempre el Rezo de la Coronilla, la Oración de la Hora de la Misericordia y dependiendo del tamaño de los mismos, en mayor o menor cantidad veremos frases del Diario de Santa Faustina, exhortándonos al rezo a la oración y a la celebración de la Solemnidad de la Fiesta de la Misericordia, así como alguna frase que nos anime a divulgar ésta Veneración.

Esta primera estampa, tríptico o folleto, que llega a nuestras manos, alguien, con una inmensa alegría e ilusión, nos lo ha dado o lo ha depositado en el lugar de dónde lo hemos cogido; para que conozcamos al Único que puede cambiar la orientación y las prioridades de nuestra vida, si decidimos acercarnos a Él y dejarnos guiar.

Jesús en el apartado D. 742, le dio a Santa Faustina tres formas de ejercer la Misericordia: la acción, la palabra y la oración.

En la divulgación de la Veneración a la Misericordia Divina, realizamos plenamente estas tres formas de ejercer la Misericordia.

Cuando editamos o pedimos estampas, trípticos o folletos a quien los edita, para distribuir entre los familiares, amigos, conocidos, Parroquias etc., es evidente que estamos llevando a la práctica la acción.

Si además de entregar a una persona, una Imagen de Jesús, con una pequeña información escrita sobre la Misericordia Divina; mencionamos textos del Diario de Santa Faustina, o explicamos algunas de las múltiples gracias y dones recibidos; ejercemos la segunda forma de la Misericordia: la palabra.

Quien coge la Imagen con la información descrita, como quien la recibe de nuestras manos, tiene acceso a un Rezo de la Coronilla y a una Oración de la Hora de la Misericordia, que si se rezan y oran con frecuencia como Jesús nos pide, no tardará en recibir los frutos prometidos por Él. En éste caso estamos promoviendo la práctica de la Oración.

Un viejo refrán dice: “Es de bien nacidos, el ser agradecidos”. Pues bien la divulgación de la Veneración a la Misericordia Divina, es el mayor y mejor acto de agradecimiento, que podemos ofrecer a Jesús.

Y hemos de hacerlo con alegría, ilusión y confianza; independientemente de los resultados o frutos recogidos.

En el apartado D. 86, Santa Faustina consciente de las dificultades y sufrimientos que el Padre Sopocko tiene a causa de ésta Obra, mantiene con Jesús esta breve conversación: Cuando vi cuánto mi confesor debía sufrir a causa de la obra que Dios realizaba a través del él, me espanté durante un momento y dije al Señor: Jesús, después de todo esta obra es Tuya, pues ¿por qué Te portas con él de tal modo que parece que se la dificultas, mientras exiges que la lleve adelante?

Escribe que día y noche Mi mirada descansa sobre él y permito estas contrariedades para multiplicar sus méritos. Yo no recompenso por el resultado positivo sino por la paciencia y el trabajo emprendido por Mí.

Que las palabras de Jesús en el apartado anterior y  las del apartado D. 164, nos animen a no desfallecer nunca en la labor de divulgación: Siempre que quieras agradarme, habla al mundo de Mi gran e insondable misericordia.

Jesús Hijo de Dios, por tanto Dios en sí Mismo, a cambio de Su Amor, Gracias y Dones que por Su Misericordia insondable, continuamente nos concede, a pesar de todas nuestras imperfecciones, faltas y carencias de amor hacia Él y hacia nuestros prójimos; solamente nos sugiere que siempre que queramos agradarle, hablemos al mundo de Su gran Misericordia.

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