viernes, 15 de febrero de 2013

+ RELIGIOSOS Y SACERDOTES - CAP. 8


Es muy grande la responsabilidad que Dios ha puesto sobre los hombros de los sacerdotes, cumplir la Misión Pastoral de que ningún alma se pierda.

Para lograr este objetivo, además de administrar los distintos Sacramentos y llevar a cabo las diferentes actividades de catecumenado; han de estar en perfecta comunión con Dios, para saber discernir y entender cuál es la voluntad del Señor para cada uno de nosotros y dirigirnos desde las diferentes sendas y lugares que estén nuestras almas a la Casa de Nuestro Padre.

El alma también tiene una gran responsabilidad, la de hacer todo lo posible por retornar a su Creador. Responsabilidad que en ningún caso ha de ser tomada como obligación o como imposición, sino que ha de ser fruto de la libertad que Nuestro Padre nos ha dado desde el principio, al concedernos el libre albedrío.

Cuando un alma voluntariamente decide retornar a la Casa del Padre, no le basta con orar, conocer la Palabra de Dios, recibir los Sacramentos o hacer obras de misericordia; todo eso está muy bien, es bueno para todos y nos acerca sin ninguna duda al Señor.

Pero si queremos asegurarnos ese retorno, Jesús a través de Santa Faustina, en los siguientes apartados, nos deja la pauta de comportamiento que debe marcar nuestro camino para llegar a la feliz meta: ponernos en manos de nuestro confesor. Ser ante él como niños sencillos, sinceros y obedientes, teniendo la seguridad que la voz del confesor es la voz de Jesús cuya voluntad hemos de respetar, obedecer y cumplir.

D. 895.- Hoy no he tenido ganas de escribir; de repente he oído en el alma una voz: Hija Mía, no vives para ti, sino para las almas. Escribe para el bien de ellas. Conoces Mi voluntad en cuanto a escribir, te la han confirmado muchas veces los confesores. Tú sabes lo que más Me agrada y si tienes alguna duda sobre Mis palabras, sabes a quién debes preguntar. Le concedo luz para que juzgue Mi causa, Mi ojo lo protege. Hija Mía, frente a él  tienes que ser como una niña, llena de sencillez y sinceridad, antepón su opinión a todas Mis peticiones, él te guiará según Mi voluntad; si no te permite cumplir Mis solicitudes, quédate tranquila, no te juzgaré por ello; este asunto quedará entre Yo y él. Tú debes obedecer.

D. 933.- Luego oí en el alma estas palabras: Obtendrás una mayor recompensa por la obediencia y la dependencia al confesor que por las prácticas mismas en las que te ejercitarás. Hija Mía, has de saber y comportarte según esto: aunque se trate de la cosa más pequeña, pero con el sello de la obediencia a Mi sustituto será una cosa agradable y grande a Mis ojos.

D. 967.- + Cuando me puse a la obra y subrayaba las palabras del Señor y volví a mirar todo, al llegar a la página en la que tengo apuntados los consejos y las indicaciones del Padre Andrasz, no sabía qué hacer: subrayar o no; de repente oí en el alma estas palabras: Subraya, porque estas palabras son Mías; he pedido prestada la boca del amigo de Mi Corazón para hablarte por tu tranquilidad y tienes que atenerte a aquellas indicaciones hasta la muerte. Me desagradaría mucho si te alejaras de estas indicaciones; has de saber que Yo Mismo lo puse entre Yo [y] tu alma, lo hago por tu tranquilidad y para que no cometas errores.

Estas palabras transmitidas a Su secretaria, están destinadas para todas las almas. Meditemos con serenidad y sinceridad estos apartados, para que entendamos y aceptemos los cariñosos consejos de Jesús, para que todos nuestros pensamientos, palabras y obras Le glorifiquen, Le satisfagan y Le alegren. 

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