martes, 12 de febrero de 2013

+ RELIGIOSOS Y SACERDOTES - CAP. 6


Jesús después de abrir Su corazón, para relatar a Santa Faustina cuánta ingratitud recibe de las almas elegidas, porque su amor es tibio, porque no confían en Su Bondad o porque disponiendo de su libre voluntad Le desprecian; en los dos siguientes apartados, destaca la importancia del alma elegida, que sí Le ama, confía y está plenamente unida a Él.

Esa alma elegida, está perfectamente preparada, para ser Su sustituto, y dirigir a las almas que Jesús pone en su camino:

D. 639.- Jueves. Durante la adoración de la tarde, vi a Jesús flagelado y martirizado que me dijo: Hija Mía, deseo que dependas del confesor en las cosas más pequeñas. Tus más grandes sacrificios no Me agradan si los haces sin el permiso del confesor y al contrario, el más pequeño sacrificio tiene una gran importancia a Mis ojos si tiene el permiso del confesor. Las más grandes obras no tienen importancia a Mis ojos si son fruto del propio arbitrio y muchas veces no concuerdan con Mi voluntad, mereciendo más bien un castigo y no un premio; mientras la más pequeña acción tuya con el permiso del confesor es agradable a Mis ojos y Me es inmensamente querida. Convéncete de esto para siempre, vigila sin cesar porque todo el infierno se empeña en contra de ti a causa de esta obra, ya que muchas almas se alejarán de la boca del infierno y glorificarán Mi misericordia. Pero no tengas miedo de nada, porque Yo estoy contigo; debes saber que por ti misma no puedes nada.

Y en el apartado D. 645.- Entonces vi a Jesús así como está pintado en la imagen y me dijo: Dile al confesor, que esta obra es Mía y Me sirvo de ti como de un miserable instrumento. Y dije: Jesús, yo no puedo hacer nada de lo que me ordenas ya que el confesor me dijo que todo esto es una ilusión y que no puedo seguir Tus órdenes; yo no haré nada de lo que ahora me recomendarás. Perdóname, Señor, a mí no me está permitido nada, yo tengo que ser obediente al confesor. Jesús, te pido muchísimo perdón, Tu sabes cuánto sufro por esta razón, pero ¿qué hacer?, Jesús, el confesor me ha prohibido seguir Tus órdenes. Jesús escuchaba amablemente y con satisfacción mi argumentación y mis lamentos. Yo pensé que esto ofendería mucho a Jesús y, al contrario, Jesús estaba contento y me dijo amablemente: Relata siempre al confesor todo lo que Yo te recomiendo y lo que te digo y haz solamente aquello para lo cual recibirás permiso; no te perturbes ni tengas miedo de nada. Yo estoy contigo. Mi alma se llenó de gozo, y desaparecieron todos los pensamientos que la atormentaban, mientras entraron en el alma la certeza y la valentía.

Jesús a través de Santa Faustina nos instruye, en la importancia de mantener una estrecha y fluida relación con nuestro confesor, no sólo para recibir la absolución en el Sacramento de la Reconciliación, sino que también para que le abramos nuestro corazón, le presentemos nuestras preocupaciones, proyectos y sentimientos, para que pueda aconsejarnos y dirigirnos con seguridad por el buen camino.

Oremos con confianza a Jesús, para que ponga en nuestro camino un buen confesor, si todavía no lo tenemos.

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