Jesús
después de abrir Su corazón, para relatar a Santa Faustina cuánta ingratitud
recibe de las almas elegidas, porque su amor es tibio, porque no confían en Su
Bondad o porque disponiendo de su libre voluntad Le desprecian; en los dos
siguientes apartados, destaca la importancia del alma elegida, que sí Le ama,
confía y está plenamente unida a Él.
Esa
alma elegida, está perfectamente preparada, para ser Su sustituto, y dirigir a
las almas que Jesús pone en su camino:
D. 639.- Jueves. Durante la adoración de la
tarde, vi a Jesús flagelado y martirizado que me dijo: Hija Mía, deseo que dependas del confesor en las cosas más pequeñas.
Tus más grandes sacrificios no Me agradan si los haces sin el permiso del
confesor y al contrario, el más pequeño sacrificio tiene una gran importancia a
Mis ojos si tiene el permiso del confesor. Las más grandes obras no tienen
importancia a Mis ojos si son fruto del propio arbitrio y muchas veces no
concuerdan con Mi voluntad, mereciendo más bien un castigo y no un premio;
mientras la más pequeña acción tuya con el permiso del confesor es agradable a
Mis ojos y Me es inmensamente querida. Convéncete de esto para siempre, vigila
sin cesar porque todo el infierno se empeña en contra de ti a causa de esta
obra, ya que muchas almas se alejarán de la boca del infierno y glorificarán Mi
misericordia. Pero no tengas miedo de nada, porque Yo estoy contigo; debes
saber que por ti misma no puedes nada.

Jesús a través de Santa Faustina nos
instruye, en la importancia de mantener una estrecha y fluida relación con
nuestro confesor, no sólo para recibir la absolución en el Sacramento de la
Reconciliación, sino que también para que le abramos nuestro corazón, le
presentemos nuestras preocupaciones, proyectos y sentimientos, para que pueda
aconsejarnos y dirigirnos con seguridad por el buen camino.
Oremos con confianza a Jesús, para que ponga
en nuestro camino un buen confesor, si todavía no lo tenemos.
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