jueves, 25 de octubre de 2012

+ FIESTA DE LA MISERICORDIA - CAP. 2



Es más, una vez encomendada la misión a Santa Faustina, en el apartado siguiente, Jesús ya desde el principio manifiesta Su deseo, de que todos Sus sacerdotes, se involucren directa y confiadamente en la proclamación de Su gran Misericordia.
Ante las posibles dudas, reparos, reticencias o interpretaciones distintas que Sus sacerdotes pudieran tener ante Su mensaje, termina el apartado diciendo cuánto le duele la desconfianza de las personas hacia Su mensaje, pero sobretodo cuánto le duele la desconfianza de Sus almas elegidas.
D. 50.- Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia que tengo a las almas pecadoras. Que el pecador no tenga miedo de acercarse a Mí. Me queman las llamas de la misericordia, deseo derramarlas sobre las almas humanas.
Jesús se quejó conmigo con estas palabras: La desconfianza de las almas desgarra Mis entrañas. Aún más Me duele la desconfianza de las almas elegidas; a pesar de Mi amor inagotable no confían en Mí. Ni siquiera Mi muerte ha sido suficiente para ellas. ¡Ay de las almas que abusen de ella!
Jesús, que Es Modelo y ejemplo de la confianza plena, en el cumplimiento de la voluntad de Nuestro Padre Dios, se queja de lo que le duele la desconfianza de las personas en general, pero sobre todo de las personas que elegidas por Él, están predestinadas a difundir Su mensaje, a reconocerle en Sus manifestaciones y a orar y a velar por todas las necesidades espirituales y materiales de todos los hijos de Dios Padre.
La confianza plena en el mensaje de la Misericordia Divina que Jesús, transmitió a Santa Faustina, es el único requisito que Jesús nos pide; es la llave que abre la puerta del camino que garantiza la salvación de nuestra alma; si con alegría y gozo seguimos y cumplimos todas sus indicaciones; es el único recipiente con el que Jesús nos permite saciarnos en la Fuente de Su Misericordia Divina.
Es la que nos tiene que llevar a vivir en plenitud, la Veneración a Su Divina Imagen y a regocijarnos en la explosión de dones, gracias, alegrías y gozos espirituales que Jesús dispensa en la Fiesta de la Misericordia Divina.

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