viernes, 12 de octubre de 2012

+ LA HORA DE LA MISERICORDIA - CAP. 2




Continúo con el Diario:

D.-1316 1 X 1937.Hija Mía, necesito sacrificios hechos por amor, porque sólo éstos tienen valor para Mí. Es grande la deuda del mundo contraída Conmigo, la pueden pagar las almas puras con sus sacrificios, practicando la misericordia espiritualmente.

D.- 1317 Comprendo Tus palabras, Señor, y la grandeza de la misericordia que ha de resplandecer en mi alma. Jesús: Sé, hija mía, que lo comprendes y haces todo lo que está en tu poder, pero escríbelo para muchas almas que a veces se afligen por no tener bienes materiales, para practicar con ellos la misericordia. Sin embargo, el mérito mucho más grande lo tiene la misericordia espiritual que no necesita ni autorización ni granero siendo accesible a cualquier alma. Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá Mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque su misericordia anticiparía Mi juicio.

En el apartado D.- 1313, Santa Faustina expresa con claridad las tres formas de practicar la misericordia: << la acción, la palabra, y la oración >>

Pues bien, si en el capítulo anterior vimos un claro ejemplo de la práctica de la misericordia a través de “la acción”, y los beneficios que la misma aporta a quien la realiza; en los apartados siguientes que componen éste capítulo, Jesús entra de lleno en la práctica de la misericordia a través de “la oración”, o como Él Mismo la denomina en ocasiones “la misericordia espiritual”

Jesús, como Hijo de Dios, es Omnipotente, es decir Su Fuerza y Su Poder son inagotables, sin límites, infinitos, todo lo posee, le pertenece, y es Suyo. Pero Jesús, en virtud del gran precio que tuvo que pagar para rescatarnos, por Amor, del poder de la muerte, con Su ignominiosa y dolorosa Pasión y Muerte en la Cruz; necesita de todos nosotros, “sacrificios hechos por amor”

La gran deuda que el mundo tiene contraída con Jesús, es una deuda de Amor. Él lo dio todo por nosotros, y Se sigue dando con Su Cuerpo y con Su Sangre, todos los días por nosotros, en la celebración Eucarística y a través de la recepción de los Sagrados Sacramentos, única y exclusivamente por Amor a todos nosotros.

Aunque no todos, pueden pagar la gran deuda de Amor, sólo aquellos que viven de espaldas al mundo y de cara a Él, pueden pagar la deuda, con sacrificios hechos por amor, practicando la misericordia espiritualmente, a través de la oración, permaneciendo ante Él, el tiempo que podamos, en las Exposiciones Eucarísticas o ante el Sagrario, o compartiendo con Él, la rememoración de Su Sacrificio en la Eucaristía.

Pero la misericordia espiritual, no está sólo destinada al pago de la deuda de Amor. Jesús “para las almas que se afligen por no tener bienes materiales, para practicar con ellos la misericordia”, les dice que el mérito más grande lo tiene la misericordia espiritual, que no necesita de nada material, y que es “accesible a cualquier alma”

Jesús nos conmina a practicar la misericordia; porque el alma que no la practique, tampoco la “conseguirá en el día del juicio”. Y nos aconseja y recomienda que acumulemos los tesoros eternos, para no ser juzgados.


 
 

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